Como es de esperarse, en Puebla existen
multitud de leyendas protagonizadas por curas o monjas; algunas son la misma
leyenda con algunas variaciones y casi siempre los religiosos son víctimas de
algo o alguien que les procura algún perjuicio, engaño o robo. La historia me
la contó Francisco Jiménez.
Esta
es una historia sobre el bulevar 5 de mayo, por el barrio de Analco, donde hay
una cruz de piedra cerca de un parque y trata de la historia de un sacerdote
que, a finales de 1700, muy tarde en la noche, en el momento en que llegaba a
su parroquia, una persona lo abordó solicitándole escuchar una confesión.
- Padre,
quiero confesarme
- Claro
que sí, hijo, con todo gusto –le dijo el sacerdote–.
- Quiero
confesarme –repitió el hombre–.
- Vamos
a la parroquia.
Pero
esta persona le dijo que no, que tenía que ser ahí, en la calle.
-
Yo no
puedo entrar al templo, señor cura, he cometido muchos errores y muchos
pecados.
Entonces,
ante la insistencia de esa persona, el sacerdote accede a confesarlo en la
calle; el hombre había sido de todo: ladrón, asesino y muchísimas cosas, por
eso no podía entrar a la iglesia. Cuando termina la confesión, el cura lo
absuelve y el individuo afirma tener que pagar una penitencia.
- - Prometí
poner una cruz de piedra, pero no puedo hacerlo personalmente por ciertas
circunstancias, ¿me haría usted favor de hacer esto, de mandar poner una cruz
de piedra en señal de que sí ocurrió esta confesión?
- - Claro, con todo gusto, hijo, –respondió el
sacerdote– pero ¿por qué una cruz de piedra si has sido absuelto de tus pecados?
Pero en
ese momento la persona desaparece. Entonces
el religioso comprende que estuvo con un alma en pena que lo que buscaba era expiar
sus pecados. Y así es como me la narraron, creo que hay algunas variantes de
esta leyenda, pero la leyenda es básicamente esa, y se refiere a una cruz de
piedra que está en Analco. Una que está incrustada en una pared cerca del Puente
de Ovando y otra cruz de piedra en el parque de Analco, se trata de una de
ellas. Son leyendas hermosas que se graban en los pensamientos de las personas.
Las leyendas se repiten, a veces de ciudad en ciudad, pero son muy
ilustrativas.
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