Esta foto se la tomé en el zócalo de Puebla,
junto al asta bandera, donde Delfino Flores Melga con sus 90 años a cuestas
protestaba frecuentemente por diferentes causas sociales derivadas en alguna de
las colonias que él ayudó a fundar en los cordones populares de la ciudad. Sucedió
muy poco antes de que el gobierno de Rafael Moreno Valle lo encarcelara sigilosamente
y lo dejara morir en una helada celda acusado de despojo de un predio que un
particular reclamaba como suyo pero que nunca pudo demostrar. No importaba la
razón, por su edad, don Delfino, por ley, no debía estar detenido sino bajo
arraigo domiciliario.
Un buen día lo agarré de buenas y nos metimos
en un café donde me platicó muchos detalles de su vida en una larga plática. Te
comparto un fragmento.
Don Delfino
Flores Melga:
Voy a
platicarte cómo empecé yo ¿verdad? Yo nací en la Hacienda la Noria ¿sabes dónde
está? Bueno, ahí tú sabes que, como toda persona que nace en una hacienda lleva
una vida de trabajador, de clásico trabajador. Entonces, a los seis años
nosotros empezamos a trabajar en lugar de ir a la escuela.
Nací el 24 de
diciembre de 1924. Imagínense que en esa época no había las facilidades de hoy, aunque hoy se ha
deformado por los malos líderes que hay. Pero en esa época, uno nacía, se
criaba ahí, servía ahí, y hacia algo no sólo para el patrón, pues acuérdate que
en esa época el patrón no tenía todo para él, sino que a los trabajadores
también les daba algunas facilidades. Por ejemplo ¿qué daban en una hacienda?
En una hacienda te daban frijol, te daban maíz, te daban casi todo para comer y
eso es lo que tenías para vestirte, para hacer esas cosas. Estos hablando de
una Puebla de hace más de sesenta años. En esa época nosotros nos dedicábamos a
lo que teníamos que hacer. Muy poquito de la vida de la ciudad; nos
olvidábamos. Por ejemplo, yo a la edad de seis años ya era un “apoyador”. ¿Qué
es eso? Es un hombre que toma al becerrito de un “estand” y lo pone junto a su
nana para que el ordeñador pueda ordeñar y no tenga problemas con la vaca, con
la leche que así va a dar siempre. A los nueve años era yo el ayudante del que
cuidaba las cémilas. Vaya, en esa época nosotros no teníamos tiempo de prepararnos, de aprender algo para podernos
desenvolver. No, nosotros en el rancho lo que aprendíamos era lo que en el
rancho se hacía, nada más.
Mi
papá se llamaba Tomás Flores Luna. Era campesino de hacienda. Mi mamá se
llamaba Margarita Melga Salamanca, y como en esa época la mujer se dedicaba a
los hijos y al hombre, al patrón no le servía. Para el patrón el que servía era
el hombre. La mujer para cuidar a los hijos y atender su casa, porque aunque
vivías en un rancho, no vivías amontonado. ¡Ah, no! En ese rancho te daban toda
la facilidad. Te daban tu casa, tu cocina. Era un cuatro con una cocina, pero a
fin de cuentas te daban dónde vivir. No estaban así nomás a la deriva. De
alguna manera tenías una serie de facilidades que te daban una mejor vida que
la que ahora tenemos. ¿Por qué esto se empezó a deformar? Lo que hemos
comentado siempre, porque los líderes se han encargado de deformar todo esto.
Nosotros los
pobres...
Las
expropiaciones que hicieron en Angelópolis no creas que la van a disfrutar las
gentes como nosotros. Antes, el rico, aunque te fregaba, te daba de comer, te
cuidaba para que le sirvieras. Desde muy pequeños tomábamos la decisión. A los
12 años. “¿Qué no quieres ir a la escuela, cabrón?” Pues ora, ponte a trabajar.
Pero te daba de comer. Aunque no tenías escuela tenías todo. Entonces a través
de esto fuiste aprendiendo cómo te tenías que desenvolver en esta vida.
En esa época
todavía no pensaba yo en nada. Porque yo empecé a pensar en todo esto a la edad
de 15 años, cuando llegamos ahí y vimos una extensión enorme. “¿De quién es?”
Que es de fulano y de zutano. Pero jamás había yo pensado, porque tú sabes que
no fui a la escuela, entonces cuando llego ahí me empieza a llamar la atención
leer. Pero ¿qué voy a leer? En esa época en que uno vivía en un rancho ¿qué
encontrabas? A mi papá le gustaba mucho el Selecciones. Mi papá sí leía. Empecé
a ver el Selecciones. ¡Ah, qué importancia tiene esto! Empecé a leer ya
después, y si aquí estamos hablando de verdad, vamos a hablar de la verdad: yo
aprendí a leer cuando tuve mi primera novia, que estaba en la secundaria. Y
ella empieza a hablar de sus tareas, de esto y del otro, y empieza a ver los
libros, el contenido de los libros, lo que representaban para uno los libros,
para cultivarse y me empezó a gustar. Así aprendí a leer. No me decía nada. Yo
por curiosidad de ver cómo estaba haciendo sus tareas y de dónde se basaba para
hacer su tarea, empecé a leer... pero no aprendí a escribir. Eso fue lo malo
(je je). Sabía leer pero no aprendí a escribir.
Y ahí fue donde
empecé a ver la necesidad que teníamos todos, ese joven, que ya no era un niño,
empezó a ver las necesidades que tenía su pueblo. Cuando empiezo a leer
Selecciones me da por leer la primera Constitución, entonces eran unos librotes
enormes. Entonces empiezo a leer todo y a ver la manera de poder ayudar a los
míos. Cuando empiezo con esa lucha social veo cómo la Belisario Domínguez llega
a estar en buenas condiciones, pero sigo leyendo y veo que con eso no era
suficiente, porque hay un complemento de la Constitución, que es el código
civil de Puebla. Empiezo a leer también el Código Civil. Y cuando me empiezo a
meter en esas broncas de la organización, es porque ya llevo todo. Todo metido
acá. A los 18 años, con tres de aprendizaje, ya soy delegado al H. Consejo de
los albañiles. Cuando Lázaro Cárdenas era presidente de la República yo
soy delegado al H. Consejo. Entonces
empecé a ver la necesidad que había de cultivarse, pero no en el campo, aparte
de eso, ahora tienes que leer algo que te enseñe qué es lo que vas a ser
después. No leer algo para distraerte, no, que te enseñe qué es lo que vas a
ser después. Por eso empiezo a leer la Constitución y el Código Civil, me
empiezo a dar cuenta y empiezo a entrar a esta lucha de interés social. Esto
nos lleva hasta lo que soy ahora. Yo desde entonces he dedicado algo de Marx,
algo de Lenin, algo de todo eso, porque lo oigo, pero a mí me ha interesado lo
mío. Que es mío. Mi país ¿quién lo normatiza? Pues sus leyes, y ¿qué son sus
leyes? La Constitución y los códigos, entonces yo me he dedicado a eso, a lo
mío. Por eso es que ahora tengo broncas tan fuertes. Me mete Toxqui al bote, me
mete Jiménez Morales al bote, me mete Piña Olaya al bote, siendo gobernadores.
Me mete al bote Bartlett siendo gobernador. Melquiades Morales me dictó orden
de aprehensión, pero no la ejecutó. ¿Por qué? Pues porque yo he aprendido. Y si
a mí me dicen: “aquí estás cometiendo este error”. Bueno, señor, el error que
estoy cometiendo no es mío porque nunca he sido legislador para tener la
facultad de modificar las leyes. Esto lo defiendo porque la ley me aconseja que
lo haga y, si está mal, pues reclámenle a quienes están en el poder. ¿Quiénes
son? Los senadores y los diputados, el Congreso de la Unión, ellos son los
responsables. Si no hay reformas, es porque ellos no las han hecho. Y si esta
ley normatiza esto, bueno pues perdóneme, vaya a reclamarle a ellos porque a mí
no me puede reclamar nada. Por eso ves cada bronca que hago, me pongo en el
zócalo dos o tres meses, pongo una exposición, si hay errores que me los digan,
pero como no me encuentran errores pues yo me voy, me voy con lo mío y llego
hasta donde quiero. La principal ganancia de esta lucha es la satisfacción de
que yo no tengo ni un centavo, vaya, no soy rico, pero que las personas que se
acercaron a mí han logrado ya algunos beneficios. Esa es mi gran satisfacción.
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