viernes, 28 de enero de 2022

RegalArte

 Mi regalo para Luz fue largamente meditado. Ella puso el motivo: huitlacoche, yo puse las manos sobre el barro.

Lo primero que pude comprender sobre el arte plástico y el maíz fue la derivación natural hacia una estética tolteca.

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Tener una mazorca como motivo me empujó a realizar trazos cilíndricos y granulados, inspirados por mazorcas reales infectadas de huitlacoche que Luz guardaba en el refrigerador.

Como siempre lo inevitable de un rostro humano convencional: una nariz, dos ojos y una boca; a veces orejas, y acusar plásticamente la deformación propia del huitlacoche y semejar un rostro en redonda deformación por las agallas del hongo en la realidad, enormes ampollas grises y negras, saturadas de inflamación.










Las hojas de la mazorca debe estar siempre en las piezas, son las hojas que usamos para el consumo que hacemos del maíz, hojas protectoras de nuestros elotes, té medicinal, envoltura de tamales y mixiotes, quesos y hasta dulces.

 

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Este fue el resultado final de la observación plástica del Señor del Huitlacoche. Desde luego es mi favorita y representa a un ser abotagado, un hongombre inflamado por las agallas que le surgen aquí y allá. 

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Construir estos regalos fue una verdadera fiesta de oficio y compromiso, las fotografías tan malas no le hacen justicia a las piezas reales; en el arte plástico no hay discusión entre su calidad digital y material, como ahora lo disputa la pintura.

Y pegados a ella cantidad de oficios que se beneficiaron de la era digital para sus obras; no la plástica, que sigue siendo un arte para las yemas de los dedos.

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