El viernes fui a empeñar la cámara de fotografía
que había desempeñado una semana atrás. Es muy triste ver cómo le arrebatan a
la gente sus cositas por unos cuantos pesos. Yo planifico para no perder mi
cámara, pero la gente inevitablemente pierde sus objetos valiosos que
intercambian por una quinta parte de su valor. Me dieron 400 pesos, tan solo la
tarjeta de video vale el doble. Un despojo.
Yo pensé que me pagarían ese fin de semana los
guiones y entre menos me dieran por la cámara mejor, más fácil de recuperarla,
pero no me pagaron y esa bicoca apenas sirvió para maldita la cosa. Así es que
amanecí, ese lunes, fatalmente despojado en el empeño porque sencillamente no
tuve con qué sacar la cámara. Eso pasó hace tiempo, pero queda la cicatriz.
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