Ir al contenido principal

El Pacmyc


En dos años distintos fui invitado por Gerardo Pérez a ser jurado de proyectos del Pacmyc, lo que acepté gustoso. Me pasaron una docena de proyectos y unos días después entregué un reporte de lo observado. Me esmeré innecesariamente. La reunión de jurados operaba más liberalmente y el dinero alcanzaba para cubrir prácticamente a todos los proyectos recibidos, por lo que sólo aquellos que eran ideas demasiado peregrinas quedaban fuera, los demás pasaron. Había solicitudes de diez mil o quince mil pesos, pero la mayoría se ajustaba al tope de los treinta mil. Era un gusto poderles ofrecer a esos grupos de pueblos lejanísimos la oportunidad de recibir una lana que les permitiera pequeños avances en su labor altruista. Lo hicimos sin demora, pero en el proceso pude observar y escuchar sobre algunos problemas prevalecientes en el importante programa. Y más aún. Tras diecisiete años de gestión los mecanismos imploran por un ajuste y una autocrítica constructiva. Mi opinión no la expresé ahí, en el Pacmyc, donde sólo asistí a las reuniones de jurados, sino en la Cacrep, que no es una fábrica de galletas, sino el organismo “de decisión” sobre asuntos de cultura popular en el estado, de la que fui miembro honorario, como lo expliqué ayer lunes. Entonces fue cuando me puse a investigar para tener un escenario completo.

A finales de los ochenta, durante la administración de Leonel Durán, se plantea la necesidad de destinar un recurso significativo para trabajar proyectos culturales con los campesinos, indígenas, obreros industriales, marginales urbanos, subempleados y los estratos bajos de la clase media, y en 1988, cuando Guillermo Bonfil Batalla asume como director de la DGCP, fundó este agradable estímulo que permanece hasta nuestras fechas y que lleva por nombre Pacmyc (que significa Programa de apoyo a las culturas populares y comunitarias).

En su larga historia, el Pacmyc ha dado a luz interesantes productos testimoniales y artísticos, estímulos al estudio de antiguas danzas locales e impulso de talleres artesanales y de medicina tradicional. Ha beneficiado a centenares de grupos de cultura originaria y mestiza de las sierras mexicanas; bandas musicales que compraron instrumentos, talleres de idiomas, teatro y literatura autóctona. La generosa cuota les es entregada en mano a los artesanos por los gestores de la Dirección de Culturas Populares. El único requisito para recibir el dinero, además de entregar un proyecto detallado, es garantizar la comprobación de los gastos, lo que habitualmente ocurre.

La propuesta de Bonfil fue agua fresca para centenares de promotores culturales de los pueblos de México, se entrega directamente a los grupos de artesanos de México un recurso que, aunque va sin remedio a fondo perdido, les ofrece la oportunidad de concretar algunos de sus planes. Fui testigo del uso adecuado en la destinación de ese recurso por parte de Gerardo Pérez y su equipo de trabajo en la Unidad de Culturas Populares, lástima que se haya negado a discutirlo, como se lo propuse después, por puro miedo de hacer ruido y perder su trabajo, lo que finalmente ocurrió. En la Cacrep me atreví a discutir algunos vicios muy evidentes en el programa del Pacmyc, suscribiendo que su orientación podría ser mejor definida –o al menos discutida-, pues hace falta apretar ciertas tuercas para evitar que grupos enquistados en los ayuntamientos ganen este año y el siguiente también, con otro nombre, así como evitar otorgar el financiamiento de proyectos a todas luces indecisos, de propósitos dispersos y poca factibilidad, como lo evidencian los numerosos proyectos rezagados.

Otras deficiencias saltaban a la vista o eran detalladas, en tono quejumbrón, por los propios miembros de Culturas Populares. En Puebla no existe un acervo completo de los productos que se han producido en el Pacmyc, lo que existe y podría exponerse no se expone por falta de espacios, de gestión, de intercambio social, por miedo a mover el agua y perder el empleo, que parece ser la única verdadera preocupación de esos burócratas. No hay expectativas, no hay discusiones en torno a la cultura popular, no existe una valoración de nuestras debilidades y nuestras fortalezas. Lo único que yo quise señalar es que el Pacmyc es un programa de dos décadas que nunca ha sido revisado y, al menos aquí, camina sin rumbo entre la monotonía y la demagogia anual de repartir dinero entre ávidas manos de grupos culturales y algunos vivales que se ponen agüsados; señalar que es un dinero considerable aventado al azar, sin seguimiento, sin resultados, sin otro propósito que repartir ese dinero anual, por obligación institucional.
Mi propuesta de discutirlo fue recibida con una sonrisita irónica como si estuviera proponiendo cambiar se sitio a Teotihuacán. Los comentarios que recibí me sugerían que creyeron que pretendía desaparecer al Pacmyc, cuando en realidad mi perorata era una defensa del programa de apoyos a la cultura popular, porque se trata de un dinero etiquetado que tiene muchos años funcionando y ha resistido los cambios de gobierno y hasta de partido, razón de más para hacerlo funcionar mejor. En esas andaba cuando yo mismo me quedé sin trabajo, por lo que el pacmyc, la cacrep y otros crustáceos pasaron a tenerme sin cuidado. Había que llevar el pan a la mesa. Pero yo creo que nunca me respondieron. No importa, igual es evidente que la cultura popular atendida por el estado podría tener horizontes más chabacanos y originales, como ocurre ya en el Distrito Federal.

Comentarios

  1. ¿Podrías indicarme la manera de citar este artículo? Estoy preparando una justificación para implementar un programa de diagnóstico y me gustaría citar un par de ideas tuyas aquí vertidas... un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Guaname:

    Supongo que podría ser así:
    Polo Noyola, El Pacmyc, blog: Mitos sin sustancia, 17 de marzo de 2009.

    Gs.

    ResponderEliminar
  3. Oye Polo, en San Luis Potosí, tenemos un seminario de reflexión sobre cultura popular; participan varias instituciones públicas e investigadores. Me gustaría mucho invitarte a participar en alguna de las sesiones, para que comentaras tu crítica no sólo al PACMYC, sino a todos los programas que funcionan de forma similar (quizá por Julio) ¿te gustaría?

    ResponderEliminar
  4. SUENA INTERESANTE TUS OBSERVACIONES HACIA EL PROGRAMA, SIN EMBARGO, CONSIDERO NECESARIO SUSTENTAR LAS DEFICIENCIAS Y SUBRAYAR LAS OPORTUNIDADES DE EXITO...

    ResponderEliminar
  5. al terminar de leer, me di cuenta que es a ojos vistos la burocracia corrupta, que exsixte entre los intereses personales y los del pueblo sin preocupacion a que costumbres que caracterizan la cultura desaparescan, por el interes y la ambicion

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

El Tentzo

El taller de la FEEP de Tzicatlacoyan, con financiamiento de la ONG española Ayuda en Acción, concluyó su escultura de papel maché con la representación del Tentzo, figura mítica de origen prehispánica situada en la parte alta del kiosco de la plaza principal de la comunidad de San Juan Tzicatlacoyan, Puebla. De acuerdo a la investigadora Antonella Fogetti ( Tenzonhuehue: El simbolismo del cuerpo y la naturaleza ), El Tentzo es una entidad “mitad dios y mitad no”, deidad antigua intrínsecamente buena, dadora de dones, que de acuerdo a la tradición tiene la facultad de asumir diferentes apariencias: catrín, charro, viejo barbón, anciana, mujer hermosa o animales diversos, que también podría ser interpretado como el famoso nahual o entidad similar. Hoy todos niegan venerar al Tentzo, pero las ofrendas periódicamente depositadas en su honor refieren todo lo contrario. Es una suerte de deidad negada pero viva, vigente. El Tentzo, cuyo nombre ostenta una montaña y la propia cordill...

Resortes ocultos

Cuando estudiaba en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), en los años ochenta, Octavio Paz se atrevió a emitir unos juicios críticos sobre los antropólogos, la escuela en su conjunto reaccionó con indignación, incapaz de meditar en las palabras del escritor. Lo llenamos de vituperios y lo menos que le dijimos fue que era un aliado de Televisa, vocero de la derecha y cosas por el estilo. Muy pocos o ninguno leyó críticamente sus argumentos, por desgracia. Recuerdo que, entre lo más hiriente, Paz decía que la escuela se había convertido en una pasarela de modas de una clase media hippiosa y que todo se discutía ahí, menos la antropología mexicana. Yo terminaba entonces la carrera y buscaba afanosamente quién me dirigiera la tesis de, por cierto, antropología mexicana. No encontré ningún maestro interesado, ni ahí ni el Ciesas, donde por supuesto había algunos estudiosos del tema, pero que no tenían tiempo para un estudiante de licenciatura. Me dediqué entonces a ver a nu...

El niño ahogado

El viejo dicho que “ahogado el niño se cierra el pozo” es una falacia. No hay tal, el pozo se cierra cuando la muerte del niño de hace pública, cuando es el colmo la corrupción y el desenfreno por ganar todo lo que se pueda del gobierno, donde está su compadre. La falsa preocupación de esa famosa frase del niño ahogado es en realidad la justificación para salirse por la tangente y expresar una ruidosa reclamación, que es lo que se espera de todo funcionario: ¡Godínez, basta de holgazanería, póngase a trabajar! Tal es el caso de la guardería de la familia Zambada, que desde hace dos años fue denunciada al gobierno de México por autoridades de Estados Unidos como lavadero de dinero sucio y que nada se había hecho al respecto. Ahora que salen las listas de guarderías del IMSS y se pone en evidencia la -por decir lo menos- negligencia de las autoridades, éstas afirman que sí, que en efecto desde 2007 está “siendo investigada”. Pero los ejemplos te los puedo envolver por kilo, para consumir...