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Pederastia electoral


La primera vez que los oí, hace unas semanas, no entendí nada. Una niña muy pequeña anunciaba que, hasta el 5 de julio, sería la voz de las campañas electorales del PRD. No soy muy dado a atender la propaganda electoral, pero cuando se te repite una y otra vez, por espacio de tres meses, terminas escuchándola completa. La escucho, eso sí, en la tele no veo ni uno de los anuncios. Todas las mañanas en el baño oigo radio y no me salvo. Bueno, con las semanas la niña ha llegado a ser más comprensible, y hasta humorística “oye, esa frase me tocaba a mí”, le dice a un candidato pederasta electoral que abusa de su confianza. Tardé un poco más de enterarme que el famoso Chucho que la acompaña es ni más ni menos que Chucho Ortega, con su deslumbrante personalidad y su –después- inconfundible voz debajo de su inamovible bigote. Ahora, un partido que no he podido identificar, parodia a la niña y le habla de sacar los machetes a Chucho. Debe ser del PAN, cuya propaganda ha sido previsiblemente para elevar la guerra contra el narco a nivel de epopeya, y de lo contentos que están con tanto muerto desperdigado por las calles de México. No pudieron, sin embargo, sustraerse a la pederastia electoral y usaron a una medallista olímpica, muy bella, con su enorme panza de nueve meses de embarazo, que sueña ilusamente con que su hijo nazca en un país libre de violencia y floreciente desarrollo económico. Si las cuentas son claras, el niño ya nació, pero la violencia y la crisis siguen tan campantes. Otro partido, mucho más abusivamente, agarra a un pobre niño de la calle, profundamente drogado con activo, y lo pone a soñar con que termina la primaria, que come en una mesa limpia y que termina la universidad. “Silencio”, nos pide a los radioescuchas, no vayas a despertar al niño de la calle porque está soñando. El PRI no ha incurrido, que yo sepa, en la pederastia electoral, a no ser la aguardentosa voz de la infanta Beatriz, diciendo que ellos no buscan pleito con nadie y que seguramente ganarán las elecciones. Los del Verde, ganando votos con sus tres promesas, entre las que destaca la pena de muerte, utilizando a dos jóvenes actores de la televisión, que para mi consternación ha tenido mucho eco entre los jóvenes votantes, cuya mejor idea de la política es empezar a matar gente a ver si solucionan algo. Becas en un idioma “extranjero” es otra de las promesas. Y alguna otra seguramente discurrida por el inefable dirigente Niño Verde –ajá, tenía que salir un niño a relucir-, brillante intelectual de reconocida trayectoria.

Todos sabemos que los niños no votan, no intervienen en la política ni tienen por qué aparecer en la propaganda electoral. Como es lo único puro que nos queda en México, los pederastas electorales no dudaron ni un momento en utilizarlos para enternecer a una endurecida clientela electoral que ya no quiere saber de políticos profesionales. En mi humilde opinión deberían prohibir el uso de niños en las campañas electorales, su intervención no se justifica en un país donde los niños mueren por las corruptelas de un pariente de político que hace negocio con las guarderías el IMSS, donde reciben una educación de tan baja calidad, donde existe una severa desnutrición, atraso físico e intelectual, donde no tienen lugares adecuados para jugar –habrían de ver mi fraccionamiento “residencial” donde los fraccionadores no dejaron ni un metro cuadrado para áreas verdes-; un país que les niega el desarrollo deportivo y cultural, que tolera el maltrato, el abandono y el abuso, donde los pederastas perfectamente señalados siguen tan campantes. No, no deberían ser utilizados en la propaganda electoral. El IFE debería exigir que los políticos salieran con sus carotas de cadeneros de antro tratando de convencernos que, “ahora sí”, trabajarán por una mejor educación, por más empleo, por mayor transparencia. A ver quién les cree. Pero qué estoy pidiendo y a quién. Peras al olmo.


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