Los sábados de cada semana el zócalo de Ixtepec, Puebla, se llena de comerciantes y compradores de los principales productos regionales. Aunque la actividad es menor a la que hubo durante el auge del café, en los años noventa, el mercado de Ixtepec sigue siendo el centro comercial más grande de la región, aún comparado con los de ciudades de mayor desarrollo como Huehuetla.
El mercado de Ixtepec es la perfecta imagen de una comunidad tradicional que poco a poco ha ido aceptando los cambios obligados por un mundo en perpetuo movimiento. Se ve lo mismo a los adultos totonacas vestidos a la antigua usanza de camisa blanca y calzón del mismo color amarrado a la altura de los tobillos, con huaraches de correas, que a las mujeres, con sus impecables quichquémetl en forma de rombo, se cubren sus blusas bordadas con llamativos colores, una falda blanca amarrada en la cintura con una gruesa y ancha faja de lana; su largo cabello trenzado en una o dos trenzas con una prolongación de listón negro que llega hasta las corvas, pero también se ven rasgos de la implacable modernidad al sustituirse las camisas por camisetas con fotografías de músicos gruperos, o en algunos jóvenes con la imagen del Ché Guevara en el pecho, también otras alusiones a diversas actitudes contestatarias y modernas, como el peinado punk.
Acudí a la casa del profesor Miguel Cano García para que me hablara del problema del agua en Ixtepec, pues no había agua potable en Ixtepec. Tenían cincuenta años con la infraestructura instalada pero en 1999 la gente cargaba cántaros de agua en la espalda desde un manantial situado 500 metros de cerro empinado.
“Este pueblo es un lugar “de en medio” –me dice el profesor Miguel Cano García-, alrededor hay muchos pueblos. Las plazas aquí han sido muy fuertes, solo que la caída del café nos trajo una crisis económica. Pero en el auge del café había tal concentración que uno no podía caminar de la cantidad de gente que transitaba. Siempre se ha dicho que Ixtepec es un emporio para el comercio y yo lo creo así, pues estamos rodeados de poblaciones.”
Se habla del café y del maíz como productos de Ixtepec, pero hay otros productos de consumo regional de los que nadie habla. El chile serrano, por ejemplo, que comienza a ser una de las promesas agrícolas de la región. Así me lo comenta el comerciante Mariano Cano que también enfatiza la importancia del mercado de Ixtepec:
“El comercio del pueblo sí se defiende de toda el área. Tenemos la competencia de Huehuetla que tiene carretera pavimentada, tiene hospital y ha recibido más apoyo del gobierno, pero a Ixtepec no le gana ninguno en cuestiones de comercio. Está Caxhuacan, Hueytlalpan, Zapotitlán, San Miguel Atizayan y ninguno le llega. Será porque es más céntrico, pero no sé la causa, la razón para que Ixtepec sea el mercado más grande de todos. En la época colonial Ixtepec fue un pueblo subalterno, a la zaga de Hueytlalpan, que era el centro. No era municipio, era un pueblo chiquito y Hueytlalpan era la cabecera. Llegó un momento en que se independizó de allá por su número de habitantes y su comercio. Entonces empezó a crecer comercialmente. Los sábados vienen de toda la región, de Tulancingo, Hidalgo, de Zacapoaxtla, de Zacatlán, de Zaragoza y empieza a entrar de Veracruz, de donde se trae mucho maíz. Sí es un poquito grande. Y también es más accesible por el trazado de sus calles, a donde se entra fácilmente.
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