En los próximos meses, al principio pausados, pero paulatinamente más frecuentes, irán apareciendo aquí las historias particulares de los habitantes de una granja común y corriente, con sus propios problemas y motivaciones. De entre la variedad de animales que la pueblan, observaremos con mayor detalle a unos que, entre otras cosas, tienen los minutos contados: los guajolotes que en unas semanas irán directamente a los supermercados y luego a los hornos domésticos para ser adornados con cerezas y piña para la celebración humana de la Navidad.
Atestiguaremos entonces toda la gama de sentimientos existencialistas de estos nobles y pacíficos animales en la inminencia de su muerte y nos preguntaremos con ellos ¿qué es la vida? Y en consecuencia ¿qué es la muerte?, cuáles las motivaciones reales para continuar en lo que les queda de vida como sujetos positivos a su breve patria y a su efímera sociedad, máxime que ahora viven en una difícil situación económica, educativa y laboral pues son plenamente conscientes de que en la granja la riqueza se la reparten sólo aquellos animales que desde hace tiempo tienen la sartén por el mango: los chivos acomodaticios, los borregos manipulables, las apáticas gallinas y, por supuesto, los cerdos, dueños del poder económico, que se ceban en sus insultantes riquezas con la protección de su ejército de perros, que muerden a la menor provocación.
Este año gobierna Gualderón, joven político que ha perdido las elecciones intermedias. Insiste en hacer unas reformas que no puede explicar. Los guajodiputados, de mayoría opositora, elaboran una ley que prohíbe su ejecución navideña mientras duren de legisladores, pero Guacartens, el pavo doble pechuga de Hacienda, les tiene una mala noticia: forman parte del pago en carne de ave que se tiene que hacer a lo mercados extranjeros. Los guajodiputados trabajan duro los meses que les quedan (escasos tres) para obtener pequeñas ganancias. Y según va avanzando el calendario, los plazos de nuestros esforzados guajolotes se acortan.
Aquí, en el barrio guajocamotero, las aspiraciones y deseos de sus habitantes son aún más modestas que en la capital. La vida transcurre en calma, con pequeñas tramas cotidianas que sus habitantes se aprestan a resolver. Guadalupita procrea el futuro de la granja y Guajillo, el impetuoso guajolote que desde ahora está inconforme con su suerte, hace las preguntas que todo joven en su situación haría, que don Pavón, el pavo semental y el único adulto que sobrevive en cada navidad, se esfuerza en responder.
Atestiguaremos entonces toda la gama de sentimientos existencialistas de estos nobles y pacíficos animales en la inminencia de su muerte y nos preguntaremos con ellos ¿qué es la vida? Y en consecuencia ¿qué es la muerte?, cuáles las motivaciones reales para continuar en lo que les queda de vida como sujetos positivos a su breve patria y a su efímera sociedad, máxime que ahora viven en una difícil situación económica, educativa y laboral pues son plenamente conscientes de que en la granja la riqueza se la reparten sólo aquellos animales que desde hace tiempo tienen la sartén por el mango: los chivos acomodaticios, los borregos manipulables, las apáticas gallinas y, por supuesto, los cerdos, dueños del poder económico, que se ceban en sus insultantes riquezas con la protección de su ejército de perros, que muerden a la menor provocación.
Este año gobierna Gualderón, joven político que ha perdido las elecciones intermedias. Insiste en hacer unas reformas que no puede explicar. Los guajodiputados, de mayoría opositora, elaboran una ley que prohíbe su ejecución navideña mientras duren de legisladores, pero Guacartens, el pavo doble pechuga de Hacienda, les tiene una mala noticia: forman parte del pago en carne de ave que se tiene que hacer a lo mercados extranjeros. Los guajodiputados trabajan duro los meses que les quedan (escasos tres) para obtener pequeñas ganancias. Y según va avanzando el calendario, los plazos de nuestros esforzados guajolotes se acortan.
Aquí, en el barrio guajocamotero, las aspiraciones y deseos de sus habitantes son aún más modestas que en la capital. La vida transcurre en calma, con pequeñas tramas cotidianas que sus habitantes se aprestan a resolver. Guadalupita procrea el futuro de la granja y Guajillo, el impetuoso guajolote que desde ahora está inconforme con su suerte, hace las preguntas que todo joven en su situación haría, que don Pavón, el pavo semental y el único adulto que sobrevive en cada navidad, se esfuerza en responder.
¡No manches Polo! Ya extrañaba a Don Pavón y compañía.Gracias por retomarlos.
ResponderEliminarGracias Christian, nos vamos a divertir. Para quien no conoce a don Pavón y su pandilla de guajolotes debo aclarar que tienen un largo camino recorrido en radio, pues durante seis o siete años nos tuvieron en vilo con sus historias de muerte inminente. Recuerdo personajes, hoy cocinados, que hicieron breve historia: el guajomandante y su guerrilla guajozapatista; Guafox y su inseparable Guastañeda entre los más célebres. Ojalá este año mueran con mayor dignidad.
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