Reunión política en el Palacio Guajopresidencial
GUAJÓMEZ MONT:
Hemos corrido con suerte, Guajalderón, pero debemos de tener más cuidado en las negociaciones.
GUAJALDERÓN:
¿Por qué lo dices, Guajómez Mont?
GUAJÓMEZ MONT:
No se puede negociar igual con los cerdos que con los caballos. No es lo mismo una asociación de patos que de guajolotes ¡tienen distintas costumbres, Guajalderón! No es lo mismo la asociación de borregos, que son mayoría, que la de cabras.
GUAJALDERÓN:
¿Por qué no?
GUAJÓMEZ MONT:
Porque un caballo jamás se iría a vivir a un lodazal; un guajolote no come alfalfa y un borrego nunca se acostumbrará a una caballeriza, pero nosotros nos encargamos de hacerlos creer que sí. Y ya es insostenible la mentira, Guajopresidente.
GUAJALDERÓN:
A mi se me hace que ahí está el problema de los habitantes de la Granja. Hemos vivido durante muchos años separados unos de otros. No sabemos nada del vecino, ni nos interesa.
GUAJOBELTRONES:
La transición de hacerse poco a poco, señor Guajopresidente. No se puede hacer de golpe. Arreglar las cosas en los diez días que le quedan se ve francamente difícil. Digo, siendo objetivos.
GUAJALDERÓN:
Las cosas van a mejorar, guajolicenciado, ya verá. Pero hay algo que yo no acabo de entender, Guajómez Mont. Y es que teníamos décadas esperando asumir el control en este país, terminar con vicios muy antiguos, llegamos con Guafox y ya ve, llego yo ¿y qué pasa? Me piden calma.
GUAJOBELTRONES:
Yo creo que usted no nos escucha, señor Guajopresidente.
GUAJALDERÓN:
No, escúchenme ustedes, Guajoeltrones. Nos quedan nueve días de vida antes de la Navidad. En esos días tengo supuestamente que arreglar problemas ancestrales de nuestra granja como la miseria y la marginación; rehabilitar el campo colapsado, sanear la educación y la economía; decidir sobre la estrategia de seguridad que ha resultado un poco sangrienta, parar el aumento creciente de la pobreza. ¡Todo en nueve días!
GUAJOBELTRONES:
Desde su punto de vista tiene razón, Guajalderón. Ero así no es la política. Si venimos arrastrando problemas de hace siglos, si la corrupción está arraigada en la Granja, si no hay seguridad, es hora de hacer un cambio en la administración de la Granja. Ya tuvieron su oportunidad y no pudieron, ahora aunque quiera, ya no tiene tiempo.
GUAJALDERÓN:
Pues algo haré en estos nueve días, Goajoeltrones. El programa emergente de la recolección de guano ha sido un éxito, hoy iniciamos su exportación. Mañana voy a privatizar la cerca, las paredes exteriores y aumentaré el predial de los gallineros. Ya es hora de que la clase media pague sus impuestos. Propongo diez puntos, uno para cada día de los que nos quedan.
GUAJOBELTRONES:
Piénselo dos veces, Guajalderón.
GUAJALDERÓN:
No tengo tiempo de pensar. En la historia de la granja mi nombre va a quedar grabado como el del guajolote que logró el cambio, el gran cambio, sea para bien o para mal.
GUAJÓMEZ MONT:
Espere, Guajopresidente, no lo haga…
GUAJALDERÓN:
Esto va más allá de ustedes, señores del Guajopri, va más allá de mi y de ti, Guajómez Mont. Es un mandato que viene desde muy adentro de mi corazón.
TODOS:
¡Guajalderón!, no…
(continuará…)
GUAJÓMEZ MONT:
Hemos corrido con suerte, Guajalderón, pero debemos de tener más cuidado en las negociaciones.
GUAJALDERÓN:
¿Por qué lo dices, Guajómez Mont?
GUAJÓMEZ MONT:
No se puede negociar igual con los cerdos que con los caballos. No es lo mismo una asociación de patos que de guajolotes ¡tienen distintas costumbres, Guajalderón! No es lo mismo la asociación de borregos, que son mayoría, que la de cabras.
GUAJALDERÓN:
¿Por qué no?
GUAJÓMEZ MONT:
Porque un caballo jamás se iría a vivir a un lodazal; un guajolote no come alfalfa y un borrego nunca se acostumbrará a una caballeriza, pero nosotros nos encargamos de hacerlos creer que sí. Y ya es insostenible la mentira, Guajopresidente.
GUAJALDERÓN:
A mi se me hace que ahí está el problema de los habitantes de la Granja. Hemos vivido durante muchos años separados unos de otros. No sabemos nada del vecino, ni nos interesa.
GUAJOBELTRONES:
La transición de hacerse poco a poco, señor Guajopresidente. No se puede hacer de golpe. Arreglar las cosas en los diez días que le quedan se ve francamente difícil. Digo, siendo objetivos.
GUAJALDERÓN:
Las cosas van a mejorar, guajolicenciado, ya verá. Pero hay algo que yo no acabo de entender, Guajómez Mont. Y es que teníamos décadas esperando asumir el control en este país, terminar con vicios muy antiguos, llegamos con Guafox y ya ve, llego yo ¿y qué pasa? Me piden calma.
GUAJOBELTRONES:
Yo creo que usted no nos escucha, señor Guajopresidente.
GUAJALDERÓN:
No, escúchenme ustedes, Guajoeltrones. Nos quedan nueve días de vida antes de la Navidad. En esos días tengo supuestamente que arreglar problemas ancestrales de nuestra granja como la miseria y la marginación; rehabilitar el campo colapsado, sanear la educación y la economía; decidir sobre la estrategia de seguridad que ha resultado un poco sangrienta, parar el aumento creciente de la pobreza. ¡Todo en nueve días!
GUAJOBELTRONES:
Desde su punto de vista tiene razón, Guajalderón. Ero así no es la política. Si venimos arrastrando problemas de hace siglos, si la corrupción está arraigada en la Granja, si no hay seguridad, es hora de hacer un cambio en la administración de la Granja. Ya tuvieron su oportunidad y no pudieron, ahora aunque quiera, ya no tiene tiempo.
GUAJALDERÓN:
Pues algo haré en estos nueve días, Goajoeltrones. El programa emergente de la recolección de guano ha sido un éxito, hoy iniciamos su exportación. Mañana voy a privatizar la cerca, las paredes exteriores y aumentaré el predial de los gallineros. Ya es hora de que la clase media pague sus impuestos. Propongo diez puntos, uno para cada día de los que nos quedan.
GUAJOBELTRONES:
Piénselo dos veces, Guajalderón.
GUAJALDERÓN:
No tengo tiempo de pensar. En la historia de la granja mi nombre va a quedar grabado como el del guajolote que logró el cambio, el gran cambio, sea para bien o para mal.
GUAJÓMEZ MONT:
Espere, Guajopresidente, no lo haga…
GUAJALDERÓN:
Esto va más allá de ustedes, señores del Guajopri, va más allá de mi y de ti, Guajómez Mont. Es un mandato que viene desde muy adentro de mi corazón.
TODOS:
¡Guajalderón!, no…
(continuará…)
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