En el centro del Gallinero.
DON PAVÓN:
¿Qué andas haciendo acá tan temprano, Lupita?
GUAJALUPITA:
Ay, don Pavón, estoy preocupada por Guajillo.
DON PAVÓN:
¿Qué le pasa a nuestro buen amigo?
GUAJALUPITA:
Que agarró una parapeta espantosa, don Pavón. Desde anoche anda perdido entre los gallineros, escandalizando a la clase media y diciendo toda clase de tonterías sobre los hornos crematorios y todas esas cosas de la cena de navidad..
DON PAVÓN:
Válgame, Lupita. ¿Y dónde lo viste por última vez?
GUAJALUPITA:
Bueno, yo lo vi anoche por última vez, estaba muy cariñoso, pero me dicen que lo vieron arengando por el lado de la perrera, don Pavón, imagínese qué peligroso, ya ve cómo son los perros de la Granja, tan celosos de sus propiedades.
DON PAVÓN:
Pues, en efecto, es un barrio peligroso. Y ahí cerca están los trochiles de los puercos que son peor, Lupita.
GUAJALUPITA:
Por eso vine con usted, don Pavón, a ver qué se le ocurre.
DON PAVÓN:
Pues lo único que se me ocurre es buscarlo. Vamos. ¿Tus hijitos están bien?
GUAJALUPITA:
Muy bien, don Pavón, sólo que estoy triste de tener que abandonarlos.
DON PAVÓN:
Bueno, bueno, espera y platicaremos más tarde sobre se tema. Por el momento déjame ver si se metió por aquí, que es una calle muy peligrosa.
GUAJALUPITA:
Tenga cuidado, don Pavón.
DON PAVÓN:
A mi me respetan, Lupita, no tengas pendiente.
GUAJALUPITA:
Aquí lo espero.
DON PAVÓN:
Se me hace que escucho una voz conocida por allá.
Frente a la avenida de Los Puercos.
GUAJILLO:
“Soy un pobre Vagabundo, sin hogar y sin fortuna, y no conozco ninguna, de las dichas de este mundo. Voy sin rumbo por la vida, el dolor es mi condena, y el licor calmó mi pena, porque el amor es mentira”.
DON PAVÓN:
Pero mira cómo andas, muchacho ¿qué te pasó?
GUAJILLO:
Don Pavón, pero qué sorpresota, viejo de mis amores.
DON PAVÓN:
Qué te pasa, ¡mira cómo estás!
GUAJILLO:
Nomhbre… y eso que no me vio usted anoche. Entonces sí andaba yo hasta atrás.
DON PAVÓN:
Pues te aseguro que aún andas hasta atrás. Vamos, tienes a todo el gallinero preocupado.
GUAJILLO:
Hubiera usted visto, don Pavón. Me soné como a tres perros juntos.
DON PAVÓN:
¿Cómo, hiciste una pelea con perros, Guajillo?
GUAJILLO:
Con tres, don Pavón ¿y sabe qué?, me hicieron los mandados. Claro, no eran profesionales ni estaban tan grandes, pero igual. Se me dejaban venir y yo aleteaba, ellos me querían morder y yo les daba con los espolones; a uno caso le saco un ojo ¡goble, goble! Estuivo fantástico, don Pavón.
DON PAVÓN:
Bueno, al menos estás completo, hijo mío. Ya estuvo bien. Vamos al gañllinero a que te bajes esa tremenda borrachera.
GUAJILLO:
No, yo no me voy si usted no brinda conmigo, porque usted es como mi padre.
DON PAVÓN:
Y tú como mi hijo, te lo aseguro.
GUAJILLO:
No crea usted que fui un pavo que no viví una vida, don Pavón. Yo sí he vivido, he tenido mis amores, he bailado como un loco, he amado y he sido amado.
DON PAVÓN:
Y que lo sé. Guajillo, todos te amamos.
GUAJILLO:
Déjeme hablar un poco don Pavoncito.
DON PAVÓN:
Habla, habla, hijo.
GUAJILLO:
Antes de morir he estado pensando en mis éxitos y en mis fracasos, que se reparten más o menos igual. En los pocos meses de mi vida fui un guajolote que alcanzó la medianía de edad, la adultez, y que ahora muero con la satisfacción de haber vivido esta vida, haberlo conocido a usted, y haber vivido feliz haciendo mis tonterías con el pico. Dizque artista o artesano o vaya usted a saber qué es lo que somos los guajos que decidimos ser felices en este corto tiempo que la Granja nos da. Y en consecuencia morimos felices. A pesar de haber sido guajolotes del montón que nunca salieron de la granja y fueron pobres a la imagen y semejanza de la Granja de mis amores, don Pavón, porque lo único que he visto es el deterioro de la inteligencia como pueblo y como granja, la decadencia económica y moral con la que arribamos al siglo XXI; la corrupción generalizada, el abuso de los perros y los cerdos; los coyotes, los borregos.
¿O usted cómo la ve, mi querido don Pavón?
DON PAVÓN:
Creo que te aceptaré ese trago para brindar, querido.
GUAJILLO:
Sale, tenga, déle un buen trago. Si ya casi nos estamos despidiendo, don Pavón.
DON PAVÓN:
Nomás uno ¿eh?
En el centro del Gallinero
GUAJALUPITA:
Don Pavón, Guajillo ¿qué les pasa a ustedes?
DON PAVÓN:
Por éste… que si no tomaba, que si se quedaba, que si el horno cremativo…
GUAJALUPITA:
Ya ya, mañana me platica. Ahorita se van ustedes dos a la cama, porque vienen muy alegres, señores.
GUAJILLO:
Mañana viene el camión por nosotros, Lupita.
GUAJALUPITA:
¿Cómo que mañana?
GUAJILLO:
Así es, mañana nos llevan al súper donde nos van a dar chicharrón y luego a los hornos crematorios.
GUAJALUPITA:
¡Ay, mis hijitos…!
(en dos días…)
DON PAVÓN:
¿Qué andas haciendo acá tan temprano, Lupita?
GUAJALUPITA:
Ay, don Pavón, estoy preocupada por Guajillo.
DON PAVÓN:
¿Qué le pasa a nuestro buen amigo?
GUAJALUPITA:
Que agarró una parapeta espantosa, don Pavón. Desde anoche anda perdido entre los gallineros, escandalizando a la clase media y diciendo toda clase de tonterías sobre los hornos crematorios y todas esas cosas de la cena de navidad..
DON PAVÓN:
Válgame, Lupita. ¿Y dónde lo viste por última vez?
GUAJALUPITA:
Bueno, yo lo vi anoche por última vez, estaba muy cariñoso, pero me dicen que lo vieron arengando por el lado de la perrera, don Pavón, imagínese qué peligroso, ya ve cómo son los perros de la Granja, tan celosos de sus propiedades.
DON PAVÓN:
Pues, en efecto, es un barrio peligroso. Y ahí cerca están los trochiles de los puercos que son peor, Lupita.
GUAJALUPITA:
Por eso vine con usted, don Pavón, a ver qué se le ocurre.
DON PAVÓN:
Pues lo único que se me ocurre es buscarlo. Vamos. ¿Tus hijitos están bien?
GUAJALUPITA:
Muy bien, don Pavón, sólo que estoy triste de tener que abandonarlos.
DON PAVÓN:
Bueno, bueno, espera y platicaremos más tarde sobre se tema. Por el momento déjame ver si se metió por aquí, que es una calle muy peligrosa.
GUAJALUPITA:
Tenga cuidado, don Pavón.
DON PAVÓN:
A mi me respetan, Lupita, no tengas pendiente.
GUAJALUPITA:
Aquí lo espero.
DON PAVÓN:
Se me hace que escucho una voz conocida por allá.
Frente a la avenida de Los Puercos.
GUAJILLO:
“Soy un pobre Vagabundo, sin hogar y sin fortuna, y no conozco ninguna, de las dichas de este mundo. Voy sin rumbo por la vida, el dolor es mi condena, y el licor calmó mi pena, porque el amor es mentira”.
DON PAVÓN:
Pero mira cómo andas, muchacho ¿qué te pasó?
GUAJILLO:
Don Pavón, pero qué sorpresota, viejo de mis amores.
DON PAVÓN:
Qué te pasa, ¡mira cómo estás!
GUAJILLO:
Nomhbre… y eso que no me vio usted anoche. Entonces sí andaba yo hasta atrás.
DON PAVÓN:
Pues te aseguro que aún andas hasta atrás. Vamos, tienes a todo el gallinero preocupado.
GUAJILLO:
Hubiera usted visto, don Pavón. Me soné como a tres perros juntos.
DON PAVÓN:
¿Cómo, hiciste una pelea con perros, Guajillo?
GUAJILLO:
Con tres, don Pavón ¿y sabe qué?, me hicieron los mandados. Claro, no eran profesionales ni estaban tan grandes, pero igual. Se me dejaban venir y yo aleteaba, ellos me querían morder y yo les daba con los espolones; a uno caso le saco un ojo ¡goble, goble! Estuivo fantástico, don Pavón.
DON PAVÓN:
Bueno, al menos estás completo, hijo mío. Ya estuvo bien. Vamos al gañllinero a que te bajes esa tremenda borrachera.
GUAJILLO:
No, yo no me voy si usted no brinda conmigo, porque usted es como mi padre.
DON PAVÓN:
Y tú como mi hijo, te lo aseguro.
GUAJILLO:
No crea usted que fui un pavo que no viví una vida, don Pavón. Yo sí he vivido, he tenido mis amores, he bailado como un loco, he amado y he sido amado.
DON PAVÓN:
Y que lo sé. Guajillo, todos te amamos.
GUAJILLO:
Déjeme hablar un poco don Pavoncito.
DON PAVÓN:
Habla, habla, hijo.
GUAJILLO:
Antes de morir he estado pensando en mis éxitos y en mis fracasos, que se reparten más o menos igual. En los pocos meses de mi vida fui un guajolote que alcanzó la medianía de edad, la adultez, y que ahora muero con la satisfacción de haber vivido esta vida, haberlo conocido a usted, y haber vivido feliz haciendo mis tonterías con el pico. Dizque artista o artesano o vaya usted a saber qué es lo que somos los guajos que decidimos ser felices en este corto tiempo que la Granja nos da. Y en consecuencia morimos felices. A pesar de haber sido guajolotes del montón que nunca salieron de la granja y fueron pobres a la imagen y semejanza de la Granja de mis amores, don Pavón, porque lo único que he visto es el deterioro de la inteligencia como pueblo y como granja, la decadencia económica y moral con la que arribamos al siglo XXI; la corrupción generalizada, el abuso de los perros y los cerdos; los coyotes, los borregos.
¿O usted cómo la ve, mi querido don Pavón?
DON PAVÓN:
Creo que te aceptaré ese trago para brindar, querido.
GUAJILLO:
Sale, tenga, déle un buen trago. Si ya casi nos estamos despidiendo, don Pavón.
DON PAVÓN:
Nomás uno ¿eh?
En el centro del Gallinero
GUAJALUPITA:
Don Pavón, Guajillo ¿qué les pasa a ustedes?
DON PAVÓN:
Por éste… que si no tomaba, que si se quedaba, que si el horno cremativo…
GUAJALUPITA:
Ya ya, mañana me platica. Ahorita se van ustedes dos a la cama, porque vienen muy alegres, señores.
GUAJILLO:
Mañana viene el camión por nosotros, Lupita.
GUAJALUPITA:
¿Cómo que mañana?
GUAJILLO:
Así es, mañana nos llevan al súper donde nos van a dar chicharrón y luego a los hornos crematorios.
GUAJALUPITA:
¡Ay, mis hijitos…!
(en dos días…)
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