Es el tercer día de la Decena Trágica de 1913, en la capital del país se respira la incertidumbre. El embajador yanqui en México, Lane Wilson (en la foto), en compañía de los ministros de Alemania e Inglaterra, se entrevista en el Palacio Nacional con el presidente Madero para exigirle garantías para los propietarios extranjeros en esos momentos de convulsión política. Wilson no agregó, porque era diplomático y además todo mundo lo sabía, que él alentaba firmemente la traición del ejército contra la institución presidencial. El bondadoso y pusilánime Madero –que no lo ignoraba-, tampoco se lo reclamó.
El taller de la FEEP de Tzicatlacoyan, con financiamiento de la ONG española Ayuda en Acción, concluyó su escultura de papel maché con la representación del Tentzo, figura mítica de origen prehispánica situada en la parte alta del kiosco de la plaza principal de la comunidad de San Juan Tzicatlacoyan, Puebla. De acuerdo a la investigadora Antonella Fogetti ( Tenzonhuehue: El simbolismo del cuerpo y la naturaleza ), El Tentzo es una entidad “mitad dios y mitad no”, deidad antigua intrínsecamente buena, dadora de dones, que de acuerdo a la tradición tiene la facultad de asumir diferentes apariencias: catrín, charro, viejo barbón, anciana, mujer hermosa o animales diversos, que también podría ser interpretado como el famoso nahual o entidad similar. Hoy todos niegan venerar al Tentzo, pero las ofrendas periódicamente depositadas en su honor refieren todo lo contrario. Es una suerte de deidad negada pero viva, vigente. El Tentzo, cuyo nombre ostenta una montaña y la propia cordill...
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