Estimado Julio:
Leo con atención (¿su?) tu proclama y coincido con todas las críticas a la clase política que se pasa las gerencias cada tres y seis años de lo que yo llamo el supermercado electoral. También en que estamos hartos. No estoy de acuerdo en tu confianza de que al enseñársenos un programa de acción o al participar en un debate sobre proyectos políticos con los candidatos las cosas pudieran cambiar. Son políticos profesionales y por supuesto serían capaces de hacer programas de palabrería electoral para rellenar los huecos que haya que rellenar. No me veo gastando mi tiempo escuchando las presuntos buenos propósitos de los candidatos por cambiar el municipio, o el estado o el país; sabemos que son capaces de ofrecer la tierra de jauja con tal de ganar la elección. No son serios los políticos ni la política, nunca han cumplido sus promesas y no lo harán mientras no se establezcan los mecanismos políticos (reforma) para que les podamos exigir que lo hagan.
Veo que sacas de la jugada del debate al PRI, que entre otras cosas muy probablemente gobierne la entidad el próximo sexenio ¿por qué? Un debate político sin el PRI –en un estado como Puebla- tampoco es realista. Creo que no sólo se les debe comprometer también a ellos, sino principalmente a ellos. ¿Qué se ganaría con acumular fotos de chayoteros, tamaleros, traslaperos, ratoneros enloquecidos y cualquiera que sea la especialidad de la trampa electoral, si el controlado IEE los archivaría en un expediente con el nombre de “investigación especial” o ”denuncia ciudadana”. Yo creo que nada.
En mi solitaria y humilde opinión creo que no ganaríamos nada escuchándolos, distinto a si mejor ellos se ocupan de escuchar a los ciudadanos, no sólo de izquierda, también a los de derecha, es decir, a los ciudadanos de Puebla. Esos ciudadanos, coincidentes en el hartazgo y la mediocridad crónica de nuestros gobernantes, pueden elaborar una proclama en la que, sin demasiado rollo, se establezcan los puntos clave que demanda nuestra urgida transición democrática. De acuerdo a la moda vigente, pero no por moda, establecer diez puntos realistas de gobierno y comprometer a cada uno de los candidatos a que la suscriban a cambio de nuestros votos. Una lista para gobernador, otra para presidentes municipales y una más para los diputados locales. Claro, implica una tarea de elaboración y discusión más o menos compleja, pero la mayoría de tus propuestas también demandan ese esfuerzo. Por otro lado, la mayoría de las exigencias que planteas no pueden ser resueltas en Puebla: la contraloría ciudadana, la ciudadanización del instituto electoral y los tiempos en medios de comunicación (agregaría las candidaturas independientes y el referéndum) se resolverán, si acaso es posible, en la cúpula de los partidos. Es de ahí donde tendrá que surgir un pacto verdadero, un pacto real como el de la Moncloa en España, en la que los partidos, por presión y movilización ciudadanas, tendrán que sentarse a suscribir acuerdos democráticos a favor de México y no sólo de sus institutos y sus intereses personales. Entonces el diálogo rebasa con creces la interlocución con algunos de los candidatos, se trata de un diálogo nacional entre la clase política y la ciudadanía ventilada en iniciativas como el “Ya párenle” de Dresser y compañía o “Discutamos México” de Castañeda y Aguilar Camín. Discutir con los candidatos, en una horrenda metáfora que se me acaba de ocurrir, será tanto como discutir con los meseros los detalles del menú y el mobiliario del restaurante, cuando el sentido común nos sugiere expresar: “¿dónde está el gerente…?”
Gracias por tu trabajo, por tu esfuerzo y por tu inteligencia, seguiré pendiente de tus acciones.
Leo con atención (¿su?) tu proclama y coincido con todas las críticas a la clase política que se pasa las gerencias cada tres y seis años de lo que yo llamo el supermercado electoral. También en que estamos hartos. No estoy de acuerdo en tu confianza de que al enseñársenos un programa de acción o al participar en un debate sobre proyectos políticos con los candidatos las cosas pudieran cambiar. Son políticos profesionales y por supuesto serían capaces de hacer programas de palabrería electoral para rellenar los huecos que haya que rellenar. No me veo gastando mi tiempo escuchando las presuntos buenos propósitos de los candidatos por cambiar el municipio, o el estado o el país; sabemos que son capaces de ofrecer la tierra de jauja con tal de ganar la elección. No son serios los políticos ni la política, nunca han cumplido sus promesas y no lo harán mientras no se establezcan los mecanismos políticos (reforma) para que les podamos exigir que lo hagan.
Veo que sacas de la jugada del debate al PRI, que entre otras cosas muy probablemente gobierne la entidad el próximo sexenio ¿por qué? Un debate político sin el PRI –en un estado como Puebla- tampoco es realista. Creo que no sólo se les debe comprometer también a ellos, sino principalmente a ellos. ¿Qué se ganaría con acumular fotos de chayoteros, tamaleros, traslaperos, ratoneros enloquecidos y cualquiera que sea la especialidad de la trampa electoral, si el controlado IEE los archivaría en un expediente con el nombre de “investigación especial” o ”denuncia ciudadana”. Yo creo que nada.
En mi solitaria y humilde opinión creo que no ganaríamos nada escuchándolos, distinto a si mejor ellos se ocupan de escuchar a los ciudadanos, no sólo de izquierda, también a los de derecha, es decir, a los ciudadanos de Puebla. Esos ciudadanos, coincidentes en el hartazgo y la mediocridad crónica de nuestros gobernantes, pueden elaborar una proclama en la que, sin demasiado rollo, se establezcan los puntos clave que demanda nuestra urgida transición democrática. De acuerdo a la moda vigente, pero no por moda, establecer diez puntos realistas de gobierno y comprometer a cada uno de los candidatos a que la suscriban a cambio de nuestros votos. Una lista para gobernador, otra para presidentes municipales y una más para los diputados locales. Claro, implica una tarea de elaboración y discusión más o menos compleja, pero la mayoría de tus propuestas también demandan ese esfuerzo. Por otro lado, la mayoría de las exigencias que planteas no pueden ser resueltas en Puebla: la contraloría ciudadana, la ciudadanización del instituto electoral y los tiempos en medios de comunicación (agregaría las candidaturas independientes y el referéndum) se resolverán, si acaso es posible, en la cúpula de los partidos. Es de ahí donde tendrá que surgir un pacto verdadero, un pacto real como el de la Moncloa en España, en la que los partidos, por presión y movilización ciudadanas, tendrán que sentarse a suscribir acuerdos democráticos a favor de México y no sólo de sus institutos y sus intereses personales. Entonces el diálogo rebasa con creces la interlocución con algunos de los candidatos, se trata de un diálogo nacional entre la clase política y la ciudadanía ventilada en iniciativas como el “Ya párenle” de Dresser y compañía o “Discutamos México” de Castañeda y Aguilar Camín. Discutir con los candidatos, en una horrenda metáfora que se me acaba de ocurrir, será tanto como discutir con los meseros los detalles del menú y el mobiliario del restaurante, cuando el sentido común nos sugiere expresar: “¿dónde está el gerente…?”
Gracias por tu trabajo, por tu esfuerzo y por tu inteligencia, seguiré pendiente de tus acciones.
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