martes, 8 de febrero de 2011

Cien años de recuerdos


Mañana miércoles 9 de febrero a las 19 horas presentaré en Profética (3 Sur 701) mi libro testimonial Cien años de recuerdos poblanos, donde reúno unos 300 recuerdos separados por década a lo largo de un siglo (1910-2010). Juan Carlos Canales y Aurelio Fernández me ayudarán a presentarlo. En este libro participan ancianos que hace años murieron, adultos mayores, adultos a secas, jóvenes adultos, jóvenes simples y adolescentes veinteneros. Todos recuerdan su vida en la ciudad.

Las décadas que forman este libro contemplan a la familia desde dentro, mi madre, mi mamá, las calles, los olores, la música, los sabores. Recuerdos recurrentes y superficiales, como la vida misma, desgranados en breves desahogos familiares (“no volví a ver a mi papá”), en resignadas fatalidades (“llegaron los greñudos y acabaron con las peluquerías…”) o franca desesperación (“corrí y corrí, sentía que había matado yo a alguien…”), siempre en el marco de la ciudad omnipresente, de sus barrios, desde el interior de sus vecindades, los templos y colegios, que es la otra parte de este libro: las huellas físicas de una ciudad que se modificó continuamente en esos últimos cien años; la ciudad colonial que inicia el siglo XX con tamaños y costumbres más o menos coloniales –con todo y epidemias- y la metrópoli devoradora y compleja que vemos y vivimos hoy.

Un posible hallazgo de este libro, publicado por la BUAP, es que los poblanos de las cinco generaciones que viven en esos cien años comparten muchas cosas, su amplia escala de satisfacción es la misma, y es algo que se explica con su ciudad. Tienen el mismo gusto por las fiestas y las tradiciones, los dulces, los platillos poblanos, las artesanías, el cine, las plazas comerciales, los parques y jardines (“me enamoré en El Carmen…”); recuerdos colectivos fijos en el placer de echarse unos molotes o unas chalupitas de Santa Inés y los muchos pasos redundados en el centro de la ciudad; algunos fijos hasta la obsesión, como el ubicuo Paseo Bravo que aparece en todas las décadas. Concluyo que el amor por la vida y sus motivaciones es el mismo, pues el poblano en su ciudad es un habitante largamente entrenado para el placer, durante cien años ha estado siempre rodeado de esas virtudes de sabor, de vista, de volcanes y alegrías; virtudes obvias de una ciudad como Puebla que, por desgracia, muchos de ellos han olvidado disfrutar, o ya no pueden hacerlo, por su edad, pero persiste en sus recuerdos.

Deseo que Cien años de recuerdos poblanos llegue a tus manos para que lo leas con el placer que tuve yo al hacerlo, acompáñame el miércoles a su presentación o adquiérelo en Profética, Ángeles y Teorema al módico precio de cien pesos, accesible y realista para un libro de 190 páginas con más de cien fotografías, para que mucha gente interesada lo pueda comprar, para que llegue a las manos de mis amigos y de muchos poblanos de la ciudad, pues de ellos mismos surgió. Y bueno, ya lo sabes, tú puedes ser uno de los 72 recordantes.

Polo Noyola



3 comentarios:

  1. Felicidades Polo. Me gustaría mucho estar en la presentación de tu libro. Entre las cosas que recuerdo de Puebla están nuestras animadas conversaciones en La Radiante o en mi casa. Todo un placer. Desde aquí te mando un fuerte abrazo.

    Lalo

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  2. Gracias Lalo, lo interesante es que ahora podemos seguir esas conversaciones por estos medios. Y por supuesto hacerte llegar el libro en la primera oportunidad.

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  3. Hola Polo,

    Me gustaria muchisimo conseguir el libro pero vivo en Estdos Unidos, en el programa de radio de Estamos al aire comentaste que podrias hacer el favor de enviarlo. Como te puedo contactar?

    Carlos

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