“Creía en Estados Unidos, el país que no podía equivocarse. Era más grande que todos los demás, mayor aun que Dios. Puesto que contábamos con el pleno apoyo de Estados Unidos, no podíamos perder. Nos lo dijeron, lo prometieron, lo repitieron hasta la saciedad. Contamos con el respaldo total de las fuerzas armadas. Desembarcamos convencidos de que la fuerza aérea y la marina nos apoyarían. Era imposible perder. Contábamos con el respaldo de los poderosos Estados Unidos. ¿Y qué pasó? Acabamos en las ciénegas, perdidos y hambrientos, a esas alturas nos alimentábamos de cortezas de árbol, y por radio nos decían: ´Atención, brigada, el búho ulula en el granero´; ´Mañana, hermanos míos, el niño lisiado trepará a la colina´. Nos desarmaron, sujetaron nuestras manos con una larguísima cadena enlazada y nos metieron en transportes de tropas para trasladarnos hasta el campamento de la milicia más cercano. Nos sobrevoló un avión y grité, les dije a nuestros hombres: ´Muchachos, no disparen, es uno de los nuestros´…” *
Raymo era uno de los mil doscientos cubanos exiliados en Miami que combatieron en Bahía de Cochinos contra el gobierno de Castro y en donde todo salió mal. La brigada era la 2506 entrenada por la CIA y dotada de armamento militar suministrado por el gobierno estadounidense: fusiles automáticos, ametralladoras, cañones, explosivos y equipos de radio, además de la promesa de 30 aviones de transporte y ataque, 5 taques 8 barcos y 7 lanchas. Un pequeño ejército.
El 15 de abril de 1961 salieron desde Puerto Cabezas, Nicaragua, y efectuaron un único bombardeo a tres aeropuertos cubanos, los demás fueron cancelados por el presidente Kennedy en persona. Mil doscientos milicianos desembarcaron el Bahía de Cochinos con la misión de formar cabeza de playa. La tarea consistía en resistir 72 horas para que fuera posible reconocer un “gobierno provisional” que justificara la intervención del ejército más poderoso de la tierra. Pero antes de que se cumpliera ese plazo casi todos habían sido capturados. Los que no, corrían entre pantanos transmitiendo por sus modernos radios un repertorio de improperios contra la traición.
Kennedy modificó los planeas originales de la CIA porque hubiera sido imposible negar su participación, los barcos de la brigada 2506 se retiran definitivamente sin poder desembarcar equipos y municiones. Bahía de Cochinos había sido, simplemente, una cochinada. Un centenar de invasores muertos, 1189 aprehendidos. Y nunca más, a pesar de los deseos de invadir la isla. La crisis de los misiles obligó al pacto Kennedy-Kruschev a prometerlo oficialmente. Nunca más. A cambio de 53 millones de dólares en alimentos, medicinas y transportes los mercenarios retornaron vencidos a Miami. La aventura había terminado.
* Libra, Don DeLillo, Seix Barral 2005, p. 317
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