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Las odiosas comparaciones




Como nunca en mi vida, el sexenio del “presidente del empleo”, de acuerdo a su frase de campaña, se ha visto signado por el desempleo propio y circundante. Mis amigos, mis familiares, yo mismo, hemos visto cómo han ido tronando las empresas donde laborábamos sin ninguna expectativa de reabrirse, regenerarse o reconfigurarse. Aquellas que han sobrevivido lo han hecho en condiciones sumamente precarias y lastimosas, teniendo que aceptar morosidades de meses en los pagos, grandes reducciones en sus emolumentos, humillaciones sin fin.

A pesar de lo que dice el ñoño secretario del trabajo con sus cifras especulativas, este día deberíamos conmemorar el día del desempleo, del desorden laboral y de las falsas expectativas.

El diario El País publicó antier un reportaje firmado por Jesús Eijo Cánovas titulado “1,38 millones de familias en paro, pero con hijos, hipotecas, deudas..., una pareja de Torrejón de Ardoz, ambos desempleados, cuentan cómo es su día a día con cinco bocas que alimentar”, que inevitablemente me lleva a pensar en los 2.5 millones de familias mexicanas que vivimos en ese trance, 5.3% de la población de acuerdo al INEGI, con 3.9 millones de subempleados, y en una familia en particular, en la ciudad de Puebla, que vive sus días con cuatro bocas humanas y otras tantas animales que alimentar.

En Torrejón de Ardoz “María del Carmen Monsalve y Sergio Martín nunca hubieran imaginado hace cuatro años, cuando ganaban casi 3.000 euros al mes, que tendrían que recibir comida de la caridad.” En Puebla, Poc y María vivían razonablemente bien hace cuatro años pero hoy no sueñan con recibir comida de la caridad, pues esas cosas no existen en México, al menos para cierta clase de familias como la suya.

María y Sergio “mantienen a tres hijas de 15, 13 y 10 años, respectivamente. Pagan una hipoteca y un coche. No tienen trabajo. Son una de las 1.386.000 familias con todos los miembros en paro que hay en España.” Poc y María tienen dos hijas adolescentes, pagan una renta por su casa y tienen un coche modelo 93. No tienen un trabajo formal desde hace tres años y un mes.

“La todavía joven pareja (38 y 37 años) se acerca a una iglesia evangelista de Torrejón de Ardoz (Madrid) para recoger un paquete de alimentos básicos que les suministran a cambio de un euro.” En Puebla, Poc y María, menos jóvenes que su par española, carecen de esta clase de ayuda, pues aquí no existen iglesias que hagan eso. Su cotidianidad es la zozobra, a veces consiguen ayuda de sus hermanos, una amiga les ha comprado despensa un par de veces, Poc –que es escritor- vende algún libro como vendedor ambulante en el centro de la ciudad y mensualmente las librerías le hacen un corte de caja con un descuento considerable. Da algunas clases de guionismo, corrige tesis de doctorado, tiene algún alumno de iniciación artística y otros trabajitos similares, todo muy mal y tardíamente pagado. Así pasan los días, los meses y los años.

“Mientras esperan, Sergio y Mari Carmen se plantean quién ha tenido la culpa de todo, quién debería haber controlado esa burbuja (inmoviliaria), para que no estallara.” Poc y María ya ni se lo preguntan. México es el país de los vivales, el más corrupto es el que vive mejor, donde no importan ni la preparación, ni la inteligencia, ni la creatividad. En este país llamas la atención si haces estupideces, como ponerte en huelga de hambre para exigir que te lleven a la boda de Kate y William.

“Poco después empieza el reparto de espaguetis, arroz, lentejas, yogures, mantequilla. Y se deposita en una hucha el euro de rigor.” Poc y María se han especializado en los frijoles. Y cuando se exceden, un pedacito de queso y algún pequeño bote de yogurt.

Mari Carmen y Sergio “además de lo que reciben en la iglesia, Cáritas les da otro paquete mensual de alimentos. Pero esa ayuda solo dura seis meses, y ya está a punto de terminarse. Entre los dos cobran 840 euros (cada uno los 420 que da el Gobierno a los parados que han acabado la prestación por desempleo).” Poc y María declinan comentar algo a este respecto, pero se sabe que en México los únicos que cobran sin trabajar son los diputados y algunos académicos.

“La hipoteca, el coche, la luz, el agua y el resto de la comida que tienen que comprar se lo llevan casi todo. Se han olvidado de las vacaciones, pero también de salir a tomar una copa o de llevar a sus hijas de vez en cuando a un restaurante.” Poc y María ríen de buena gana en esta ocasión. El sentido del humor no los ha abandonado.

Sergio y María se dedican “por la mañana a estudiar y a echar currículos. Aunque no quedan muchas puertas a las que llamar.`Te sientes un fracasado, te sientes con depresión... lo pasas muy mal. No se lo quieres transmitir a tu familia, pero lo llevas dentro`, asegura el padre.” Poc y María repiten cada palabra de lo anterior, también hacen lo posible por no transmitirlo a sus seres queridos, aunque a veces les gana la emotividad.

“¿Alguna esperanza? `Claro que sí, hay que sacar a la familia adelante. Pero la esperanza no es Esperanza Aguirre... ni Zapatero. Estos políticos no nos van a sacar de aquí`, insiste.” ¿Qué pueden decir Poc y María de Calderón o de don Beltrone o de Peña Nieto o del Peje? Su preocupación no está fincada en el 2012, sino en la semana que entra, pero no tienen ninguna esperanza. Sin embargo, seguirá entregando copias de su abultado currículum, pactando entrevistas, rogando por un empleo.

“¿Y qué hay que hacer? `Unirse, movilizarse. Lo han hecho nuestros padres, nuestros abuelos`, dice Sergio.” En Puebla, María buscará abrirse alguna clase de camino en una paradisíaca playa mexicana, sola, Poc valora prenderse fuego frente a las puertas del Ayuntamiento, aunque confiamos en que esto sea una metáfora de sus planes de acción. El negocio de la delincuencia es lo único que crece consistentemente en este país pero, a o no ser los partidos políticos, no tiene idea de dónde contactarlos.





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