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Ay Popocatépetl



En diciembre de 1994 mi jefe me despertó a las 2 de la madrugada para avisarme que el Popocatépetl estaba haciendo “erupción”, debíamos correr a la estación de radio para informar del evento y ayudar en la contingencia, pues a la sazón éramos periodistas. Salimos a las calles desiertas de Puebla en medio de una virtual tormenta de arena, pero antes que una imagen del desierto del Sahara debes imaginar más bien  una escena invernal de algún pueblo de Alaska, pues parecía en todo caso una nevada. Como se sabe, el Popo no hizo una erupción importante hasta diciembre de 1999, mientras que espolvoreadas de ceniza las distribuye cada fin de semana, en complicidad y a capricho de los vientos, hacia sus cuatro puntos cardinales.

Anoche, nuevamente nos tocó en la ciudad de Puebla y les aseguro que no es ninguna broma. Una capa más bien gruesa de polvo finísimo cubre los exteriores de la zona sur de la ciudad; se siente en la garganta, se siente en los ojos, y las autoridades “competentes”, muy ocupadas en la siguiente elección que colocará o descolocará a su partido –su verdaderas y única preocupación-, dicen con su silencio la famosa frase tan común en nuestro medio y que reza: “háganle como puedan”. Como decía, priva la confusión.



No importa, pensé, está Google. Para mi decepción, tampoco Google tiene una información expedita sobre qué hacer con la ceniza, como despejar las dudas de si se usa agua o no, qué hacer con los animalitos, ¿quiénes son los más expuestos en esta circunstancia? Obviamente los niños, pero hay que pensar también en las mascotas, etcétera.

De acuerdo con una investigación chilena cuya referencia pongo al pie de la página: “La emisión de cenizas es uno de los principales riesgos en las erupciones volcánicas, afectando a los organismos que la rodean de acuerdo a la cantidad caída, su composición y el grado de exposición a ellas.” (1)
Le llamamos ceniza pero en realidad es una composición muy variada de minerales y tierras, especialmente sílice, aunque al parecer menos dañina de lo que unió pudiera imaginar: “si bien es un material sumamente abrasivo por su alto contenido en sílice, no presenta elementos tóxicos que pongan en riesgo la salud. Sin embargo, para evitar consecuencias en el sistema respiratorio y en la vista se recomienda, en la medida de lo posible, evitar la exposición…” (2)

Las cenizas volcánicas varían en  tamaño, las partículas más grandes pueden quedar retenidas en nariz y laringe, donde producen irritación e inflamación local mientras que las más pequeñas pueden llegar a los pulmones, lo que quiere decir que no son en absoluto inofensivas. Las más expuestas a ellas entre los habitantes comunes de una casa son, por sus características irracionales, las mascotas: “el carácter irritante de las partículas puede producir consecuencias sobre el manto y la delicada estructura de la piel canina y felina, almohadillas plantares, trufa, y zonas depiladas de la piel. (3)



A las mascotas de interiores hay que exponerlas la menor cantidad de tiempo a la intemperie y limpiarlas con cepillo antes de entrar nuevamente a la casa. En mascotas de exteriores, además de la higiene periódica, mejorar y asegurar su espacio. Poner “paredes” de plástico y en general protegerlas lo mejor posible del polvo volcánico. Por supuesto, mantener permanentemente los comederos y bebederos limpios, con agua potable y el alimento libre de contaminantes.  

No pude investigar sobre el uso de agua, pues dentro de nuestro hogar hay una discusión al respecto y ambas posiciones tienen su lógica: si limpias sin agua, digamos, el carro, lo rayas; si echas agua, tapas la cañería. En una página hallé estas instrucciones, y aunque no desvelan la duda del agua, ofrecen algunas precauciones pertinentes:

1. Evite salir a las calles si no es necesario.
2. Limpie el exterior de su casa y evite que se tapen sus drenajes pluviales.
3. Limpie su techo para evitar que se acumule arena sobre el mismo.
4. Si barre calles y banquetas hágalo con cuidado de no congestionar los drenajes públicos.
5. Acumule la arena en pequeños montículos o deposítela en bolsas y sacos.

Buenos, mitos sin sustancia quiso poner su granito de arena, no obstante que el día de hoy esa frase tan común no sea muy bienvenida. En todo caso: háganle como puedan.

Citas:
1) Los efectos de las cenizas volcánicas sobre los ecosistemas agropecuarios. C, Hepp K. INIA Tamel Aike. Avances de Investigación. Tierra Adentro pag.50 Julio Agosto 2008. Chile
2) INVAP) Ceniza del volcán Puyehue no presenta elementos tóxicos que pongan en riesgo la salud. 9 de junio de 2011 noticias.chubut.gov.ar
3) "La ceniza volcánica actúa como un irritante de la piel y de la mucosa respiratoria" Entrevista a Hernán Cabello, broncopulmonar de la Clínica Alemana, quien se refirió a las consecuencias para la salud, producto de la ceniza que provocó la erupción volcánica del cordón Caulle. SANTIAGO, CNN Chile. 7 de junio de 2011

Comentarios

  1. Según yo, idealmente se debe limpiar la ceniza con microfibra para evitar rayar las superficies y para no usar agua. Supongo que a falta de microfibra, cualquier plumero funciona, auqnue quede para la basura después.

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  2. Gracias por la recomendación, que por desgracia leí muy tarde. En primera instancia el problema se ve muy grave: techo completo, patio completo, cada planta, cada rincón, cada recoveco. Lo que tocas despide una nube de polvillo blanco finísimo que uno supone va directamente a los pulmones, etc. Cubrebocas obligatorio, etc. Con los días el asunto se va aclarando, poco a poco les vas echando agua a cada parte y se va limpiando, sin polvo. El agua, como la confesión católica,limpia de momento, aunque todo quede en el drenaje del subconsciente o del subsuelo. Polvo eres y el polvo, etc.

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