¿A mí me has visto algún día fumar?, ¿algún día de pedo? Nunca. Bueno,
porque yo no tengo vicios. Pero estoy enfermo de chisme. Eso me gusta, me
gusta, es mi vida. Es mi alimento, es de lo que vivo. La política es lo mío. Es
mi substancia y a eso me he dedicado.
La noticia es la muerte de don Delfino Flores Melga, líder social que
fundó una decena de colonias para los sin-techo poblanos, muerto en la prisión
de San Miguel el martes 24 de junio sin haber podido gozar las garantías de ley
que ordenan que un anciano de 90 años pase su proceso en arresto domiciliario.
Estaba acusado de despojo por haber apoyado a unas decenas de familias que
invadieron un terreno en el cerro de Xilotzoni de la junta auxiliar de San
Jerónimo Caleras. Y ahí murió, pobre y humilde como siempre fue, pues nunca se
benefició de sus triunfos. Hace tiempo le hice esta entrevista sobre su
sorprendente vida, era capaz de recitar la Constitución Mexicana, artículo por
artículo, pero no de escribir su nombre, pues nunca aprendió a hacerlo.
“Háblame de tú”, insistía. Pues que en paz descanses, pequeño gran hombre.
Voy a platicarte cómo empecé yo ¿verdad? Yo nací en la
Hacienda la Noria ¿sabes dónde está? Bueno, ahí tú sabes que, como toda persona
que nace en una hacienda lleva una vida de trabajador, de clásico trabajador.
Entonces, a los seis años nosotros empezamos a trabajar en lugar de ir a la
escuela.
Nací el 24 de diciembre de 1924. Imagínense que en esa
época no había las facilidades de hoy,
aunque hoy se ha deformado por los malos líderes que hay. Pero en esa época,
uno nacía, se criaba ahí, servía ahí, y hacia algo no sólo para el patrón, pues
acuérdate que en esa época el patrón no tenía todo para él, sino que a los
trabajadores también les daba algunas facilidades. Por ejemplo ¿qué daban en
una hacienda? En una hacienda te daban frijol, te daban maíz, te daban casi
todo para comer y eso es lo que tenías para vestirte, para hacer esas cosas.
Estoy hablando de una Puebla de hace más de sesenta años. En esa época nosotros
nos dedicábamos a lo que teníamos que hacer. Muy poquito de la vida de la
ciudad; nos olvidábamos. Por ejemplo, yo a la edad de seis años ya era un
“apoyador”. ¿Qué es eso? Es un hombre que toma al becerrito de un “estand” y lo
pone junto a su nana para que el ordeñador pueda ordeñar y no tenga problemas
con la vaca, con la leche que así va a dar siempre. A los nueve años era yo el
ayudante del que cuidaba las cémilas. Vaya, en esa época nosotros no teníamos
tiempo de prepararnos, de aprender algo
para podernos desenvolver. No, nosotros en el rancho lo que aprendíamos era lo que
en el rancho se hacía, nada más.
Mi
papá se llamaba Tomás Flores Luna. Era campesino de hacienda. Mi mamá se
llamaba Margarita Melga Salamanca, y como en esa época la mujer se dedicaba a
los hijos y al hombre, al patrón no le servía. Para el patrón el que servía era
el hombre. La mujer para cuidar a los hijos y atender su casa, porque aunque
vivías en un rancho, no vivías amontonado. ¡Ah, no! En ese rancho te daban toda
la facilidad. Te daban tu casa, tu cocina. Era un cuarto con una cocina, pero a
fin de cuentas te daban dónde vivir. No estaban así nomás a la deriva. De
alguna manera tenías una serie de facilidades que te daban una mejor vida que
la que ahora tenemos. ¿Por qué esto se empezó a deformar? Lo que hemos
comentado siempre, porque los líderes se han encargado de deformar todo esto.
Hacia
1920 Puebla era una de las ciudades más importantes del país en actividad
textil. La Constancia Mexicana fue la primera fábrica en todo Latinoamérica.
Todo, no en México, no en Cuba, en todo Latinoamérica, la Constancia Mexicana
fue una de las primeras fábricas que existieron para beneficio de todos.
Entonces esas cosas jugaban su función. En la industria textil el trabajador
también vivía mejor. Recuerdo que había un hombre que llevaba en un palo un
chorro de comida para los trabajadores de Mayorazgo, a una fábrica que se
llamaba La Teja, donde está ahora el Balneario Agua Azul. El tlacoalero, así le
decían, el tlacoalero, el que llevaba la comida a esas partes. Tú le encargabas
lo necesario para la fábrica, entonces él lo llevaba a la fábrica, el
tlacoalero ¿quién le pagaba a ese hombre....? La misma fábrica.
Pero
vino la organización, cuando se empiezan a organizar. Entonces viene la cédula
cuarta, infonavit, seguro social, el sindicato y muchas cosas más que ni el
trabajador ni el mismo patrón aguantan. Entonces las fábricas empiezan a
tronar. ¿Cuál fue la primera que tronó? San Juan de Amandi.
Como
en la hacienda también. ¿Por qué en esa época no sufríamos tanto de comer? Teníamos todo, te
daban una fracción de terreno en la que tenías la oportunidad de sembrar. ¿Para
qué? Para que tú no te distrajeras y en lugar de meterte en la cantina tenías
que ir alrededor de tu milpa, tenías que ir a cuidar la milpa para poder
levantar una cosecha. Eso hacías. Se siente que en aquella época no había tiempo
perdido, se aprovechaba todo.
Entonces vemos clarito que esas épocas se fueron. Se
extrañan, no por la abundancia que tenías, no, sino por la forma de vida que
llevabas en esos lugares. En lugar de ser una persona negativa, a la mejor
producías y eso era algo que favorecía a toda la nación. Hambre hambre, en esa
época, no había. En 1935, 40 no había hambre. Tú encontrabas todo donde quiera.
Todo tenías en tu casa, tortillas, tenías todo ... es más, al hombre que
trabajaba en el establo, le daban dos o tres litros de leche. Imagínate,
nosotros acostumbrábamos a hacer atole de maza con esa leche. ¿Te imaginas?
¿Había hambre? No había hambre. Afuera de la hacienda sí había hambre.
Las colonias de Defino
Lo más viejo que tenemos en Puebla es esta colonia que
no tiene escrituras. Debajo de la 5 de Mayo: Xonaca. ¿Cuál era la otra? El
barrio de Santiago. Estoy hablando de cómo se fue formando Puebla. Tú sabes que
se formó hace muchos años y no puedo recordarlo. Yo de lo que estoy hablando es
de lo que vi. Esta colonia es una de las primeras colonias que tuvo Puebla.
Entonces esta colonia se asentó en un rancho que se llamaba Reventerías. Se
asentaron sin ningún costo, pues como estaban en terrenos ejidales, se
asentaron ahí, pero hasta ahora la colonia no tiene escrituras.
Nosotros, después de la siembra donde vivíamos, nos
fuimos a vivir en 1938 a la colonia Belisario Domínguez, donde tampoco tuvo un
costo la tierra. Se pusieron de acuerdo el presidente municipal y el
comisariado ejidal, y como era tan retirado el pueblo de La Libertad, esos
terrenos para ellos no redituaban ganancia. “¿Qué hacemos con los terrenos?”,
dijeron. Nos empezaron a invitar y nosotros fuimos unos de los primeros que
llegaron a esa colonia que el comisariado y el presidente nos dieron como en
adjudicación. Aunque no era facultad de
ellos, pues recordemos que el (Artículo) 27 dice muy clarito: “el único que
tiene facultades para eso es el presidente de la República”. Pero aquí ellos
eran la autoridad... El artículo 29 también habla de eso, de que la autonomía
popular decide cómo se hará la voluntad del pueblo. Y ¿quién representaba al
pueblo en ese momento?: el comisariado ejidal y el presidente municipal. Total
que se ponen de acuerdo y esos terrenos nos los dan. Pero en 1943 dan escrituras.
Es una de las primeras colonias de toda Puebla que se organiza para lograr
escrituras. Todos nosotros que llegamos a Belisario Domínguez estuvimos de
acuerdo, y gestionaron. Se iban para México y gestionaron hasta que
consiguieron las escrituras. Entonces aquí estamos viendo que realmente la ley
no está olvidada. No, la ley lleva un proceso. Pero son muy pocas las personas
que se ajustan a ella. Ah, no. Todos
piensan en lo que van a "sacar", pero la Belisario Domínguez tiene
una historia en Puebla porque se creó de esa manera.
Cómo es posible que la Belisario Domínguez, que se
funda en 1938, le den sus escrituras en 1943 ¿cómo es posible? Es que se sigue
el mecanismo que debe llevar y se ajustan al marco constitucional. Estos
señores empiezan a hacer la gestión y en 1943 nos dan nuestras escrituras. ¿Por
qué? Porque aquí quien nos las da es una persona que tiene facultades para
hacerlo. ¿Quién es? Es el presidente municipal, junto al comisariado ejidal,
porque es el acuerdo que toman con toda la comunidad de La Libertad. Veamos
cómo desde esa época, hasta hoy, la ley no ha cambiado. Porque algunas cosas
que cambian en el hombre en la ley es la misma. Sigue normatizando esta
sociedad la misma ley que hizo don Benito Juárez.
En la Belisario Domínguez no encontrabas más que el
panteón de La Piedad. No estaba nada ni nadie. Por eso fue que en esos terrenos
ya no se podía sembrar, porque si sembraban, estaba tan lejos de La Libertad,
que la cosecha era para los que vivíamos cerca. ¿Quiénes eran? Los del barrio
de Santiago, San Matías, La Noria. Eso era lo que existía. Vivían ahí porque,
por ejemplo, había unos que trabajaban en la fábrica Santiago de Hilados y
Tejidos. Llegó la gente que trabajaba en la hacienda de La Noria, los que
trabajaban en los ranchitos que ya empezaban a poblarse y llegamos porque de
alguna manera el dueño de la tierra vendía. Se empezaron a formar esos ranchos
y la gente que fue a vivir ahí era la que vivía en esos lugares de los
alrededores.
Cuando llegamos a la colonia tenía yo 14 años. Se
llegaba por la carretera a Atlixco, la Federal. Lo único que vi fue el panteón
de la Piedad y un terreno inmenso. Bordos de tierra que se hacían por la misma
naturaleza. Muchas partes sembraban milpa de temporal, nomás lo que se produce
en el campo. Por allá estaba un rancho que se llamaba San Juan. Estaba una como
rotonda y del otro lado, más o menos por donde está una fábrica de aceite,
empezaba la colonia.
¡Bajaaan!
No había nada. Lo único que encontrabas era tierra
desde que te bajabas tú de los “camiones azules”, que fueron los primeros, los
Central San Matías. De ida te dejaban hasta por la Reforma. De ahí tenías que
ir andando a pie hasta donde ahora vivo. Después vinieron “los cafés”, que
iban de
Analco a La Piedad. Esos camiones ya te dejaban exactamente donde está
ahora el Jardín de los Ángeles. Y ya de ahí, unas cinco calles y ya no era tan
difícil como cuando empezamos, nomás con los Rápidos de Puebla, que eran los
mentados azules. En esa época también viajabas en los famosos tranvías. Te
bajabas donde te tenías que bajar y tenías que caminar. No había la facilidad
que ahora hay. En esas cosas parece que hemos progresado, pero en lo demás...
Ahora estamos ubicados en el centro de Puebla, del
otro lado del río Atoyac está San José. Está el Hospital del Niño Poblano, está
Auchán y esos centros comerciales. Ya está poblado. La Belisario Domínguez
quedó en el centro.
Nosotros los pobres...
Las expropiaciones que hicieron en Angelópolis no
creas que la van a disfrutar las gentes como nosotros. Antes el rico, aunque te
fregaba, te daba de comer, te cuidaba para que le sirvieras. Desde muy pequeños
tomábamos la decisión. A los 12 años. “¿Que no quieres ir a la escuela,
cabrón?, pues ora, ponte a trabajar". Pero te daba de comer. Aunque no tenías
escuela tenías todo. Entonces a través de esto fuiste aprendiendo cómo te
tenías que desenvolver en esta vida.
En esa época todavía no pensaba yo en nada. Porque yo
empecé a pensar en todo esto a la edad de 15 años, cuando llegamos ahí y vimos
una extensión enorme. “¿De quién es?” Que es de fulano y de zutano. Pero jamás
había yo pensado, porque tú sabes que no fui a la escuela, entonces cuando
llego ahí me empieza a llamar la atención leer. Pero ¿qué voy a leer? En esa
época en que uno vivía en un rancho ¿qué encontrabas? A mi papá le gustaba
mucho el Selecciones. Mi papá sí leía. Empecé a ver el Selecciones. ¡Ah, qué
importancia tiene esto! Empecé a leer ya después, y si aquí estamos hablando de
verdad, vamos a hablar de la verdad: yo aprendí a leer cuando tuve mi primera
novia, que estaba en la secundaria. Y ella empieza a hablar de sus tareas, de
esto y del otro, y empieza a ver los libros, el contenido de los libros, lo que
representaban para uno los libros, para cultivarse y me empezó a gustar. Así
aprendí a leer. No me decía nada. Yo por curiosidad de ver cómo estaba haciendo
sus tareas y de dónde se basaba para hacer sus tarea, empecé a leer... pero no
aprendí a escribir. Eso fue lo malo. (je je) Sabía leer pero no aprendí a
escribir.
Y ahí fue donde empecé a ver la necesidad que teníamos
todos, ese joven, que ya no era un niño, empezó a ver las necesidades que tenía
su pueblo. Cuando empiezo a leer Selecciones me da por leer la primera
Constitución, entonces eran unos librotes enormes. Entonces empiezo a leer todo
y a ver la manera de poder ayudar a los míos. Cuando empiezo con esa lucha
social veo cómo la Belisario Domínguez llega a estar en buenas condiciones,
pero sigo leyendo y veo que con eso no era suficiente, porque hay un complemento
de la Constitución, que es el código civil de Puebla. Empiezo a leer también el
Código Civil. Y cuando me empiezo a meter en esas broncas de la organización,
es porque ya llevo todo. Todo metido acá. A los 18 años, con tres de
aprendizaje, ya soy delegado al H. Consejo de los albañiles. Cuando Lázaro
Cárdenas era presidente de la República yo soy
delegado al H. Consejo. Entonces empecé a ver la necesidad que había de
cultivarse, pero no en el campo, aparte de eso, ahora tienes que leer algo que
te enseñe qué es lo que vas a ser después. No leer algo para distraerte, no,
que te enseñe qué es lo que vas a ser después. Por eso empiezo a leer la
Constitución y el Código Civil, me empiezo a dar cuenta y empiezo a entrar a
esta lucha de interés social. Esto nos lleva hasta lo que soy ahora. Yo desde
entonces he dedicado algo de Marx, algo de Lenin, algo de todo eso, porque lo
oigo, pero a mí me ha interesado lo mío. Que es mío. Mi país ¿quién lo
normatiza? Pues sus leyes, y ¿qué son sus leyes? La Constitución y los códigos,
entonces yo me he dedicado a eso, a lo mío. Por eso es que ahora tengo broncas
tan fuertes. Me mete Toxqui al bote, me mete Jiménez Morales al bote, me mete
Piña Olaya al bote, siendo gobernadores. Me mete al bote Bartlett siendo
gobernador. Ahora éste, Melquiades Morales, me dictó orden de aprehensión, pero
no la ejecutó. ¿Por qué? Pues porque yo he aprendido. Y si a mi me dicen: “aquí
estás cometiendo este error”. Bueno, señor, el error que estoy cometiendo no es
mío porque nunca he sido legislador para tener la facultad de modificar las
leyes. Esto lo defiendo porque la ley me aconseja que lo haga y, si está mal,
pues reclámenle a quienes están en el poder. ¿Quiénes son? Los senadores y los
diputados, el Congreso de la Unión, ellos son los responsables. Si no hay
reformas, es porque ellos no las han hecho. Y si esta ley normatiza esto, bueno
pues perdóneme, vaya a reclamarle a ellos porque a mi no me puede reclamar
nada. Por eso ves cada bronca que hago, me pongo en el zócalo dos o tres meses,
pongo una exposición, si hay errores que me los digan, pero como no me
encuentran errores pues yo me voy, me voy con lo mío y llego hasta donde
quiero. La principal ganancia de esta lucha es la satisfacción de que yo no
tengo ni un centavo, vaya, no soy rico, pero que las personas que se acercaron
a mí han logrado ya algunos beneficios. Esa es mi gran satisfacción.
Huertos familiares
Así hemos logrado varias colonias. Vamos a hablar de
Artículo Primero, vamos a hablar de la Concepción Guadalupe, vamos a hablar de
Plan de Ayala, vamos a hablar de Belisario Domínguez, La Reforma, Granjas
Atoyac; vamos a hablar de Loma Bonita, la que hoy estamos en proceso de lograr.
En cada una, me he concretado a hacer las gestiones adecuadas para llegar a
donde yo quiero. Por ejemplo, este es el último papel de muchos. Primero
hacemos un estudio. ¿Hay zonas de altos riegos? Ah, bueno, pues tratemos de
aprovecharlas, pero tampoco estar expuestos a los riegos que representan esos
lugares. Por ejemplo en Loma Bonita tengo un proyecto ahora donde las
torrecillas de alta tensión tienen 25 metros a cada lado, por cincuenta que
marca la ley. Sabemos que abajo eso afecta la mentalidad de los nuevos seres,
por lo que no se puede vivir ahí, pero no puede afectar la producción de hortalizas:
lechuga, col, rábano, cebolla y esas cosas. Pero ¿cuál es el propósito de
llegar hasta ahí? Bueno, no sólo debes darles dónde vivir, también puedes
enseñarles cómo buscar para comer. Nosotros tenemos un proyecto donde una de
esas colonias tiene con qué irse para arriba, como lo hacían en los ranchos,
con huertos familiares, para que tú, si no tienes chamba, tengas qué comer.
Cuando estábamos en Plan de Ayala no teníamos qué comer. ¿Qué comemos? Pues
corten nopales, corten rabanitos, corten cilantro, cómprese unos dos pesos de
chilitos ¡y mira! nuestra mentada salsa mexicana. Y una comida ¿con cuánto lo
haces? Nomás con el tiempo que pierdes de ir a cortar las cosas. Por eso
nuestro interés de que las colonias deben tener sus huertos familiares, porque
las casas no pueden ser mayores de setenta metros cuadrados. Nosotros, en lugar
de bardas, en lugar de meter tabique, metemos nopales. Eso te sirve para que
nadie se pase de este lado, imagínate para que se pase un perro, no se pasa.
Pero tú puedes también cortar nopales y comer nopales. Tú tienes todo.
En épocas como éstas, no puedes andar a la una de la
tarde con tanta tranquilidad como antes, por los calores tan enormes que se
sienten. Eso qué representa para ti: protección a la ecología ¿no? Llega el
aire, se nutre de lo verde que hay ahí en el huerto familiar, y a ti te llega
fresco. No te llega tan pesado como se siente en todas partes. Si tu ves por
qué en Puebla antes no se sentía tan fuerte el calor, es porque en toda la
Malinche teníamos árboles. Hasta acá cerca, por la Joaquín Colombres, había las
mentadas ocoteras. Muchísimo ocote que topaba con el aire, recogía todo eso y
te llegaba el aire un poco fresco. ¿Y ahora cómo te llega el aire a mediodía?
De peso, te llega pero de manera tremenda. Entonces lo que estamos viendo es
que lo perdido no se ha perdido por descuido, se ha perdido por el egoísmo de
todos nosotros. En mi colonia Plan de Ayala no desperdiciamos nada. Nada. Si
siembras árboles frutales: manzana, durazno, eso se lo agarran, se lo llevan y
olvídate. Sin embargo, tienes nopal, agarras de este lado, agarras del otro, y
nunca se te acaba.
A la mejor lo que ahora falta es esa mentalidad. Como
antes los rancheros, yo lo que recuerdo es que no había hambres, a nosotros no
nos faltaba nada, mi papá salía a ordeñar, ya llegaba con la leche; ponía mi
mamá en el metate a moler el maíz y hacía nuestro atole. ¡No mano, cuál hambre!
No había hambre. Y ahora tú vives con toda libertad, pero sales a la calle y
andas viendo cómo le haces para comer. Allá mismo en tu casa, tienes que cortar
cilantro, rabanito, todo para comer, porque lo tenemos. Y los que no tienen qué
hacen. Va a tener que robar. Antes no había tantos ladrones porque no tenían
hambre, tenían qué comer, tenían la manera de cómo vivir y vivían bien. Y
ahora, está este país... y el mundo... muy mal.
México para mi es todo. Es todo porque es mi patria,
es mi casa, es mi familia, es todo. Yo no necesito pedirle a nadie nada, porque
ten en cuenta que en México tuvimos un Benito Juárez, que de niño, cuando
perdía una oveja, no llegaba a su casa. Dos tres días para encontrarla, y
llegaba ya, “vengo con todo mi ganado”. Ese hombre no pensó nada, sabía todo
porque lo vivió. Y sabía cómo vivía el mexicano. Claro, no puedo yo estar
comparándome con un Benito Juárez, no, pero pienso que él fue uno de los
mejores hombres por eso. Porque su vida fue el pueblo. Aquí nació, aquí creció
y aquí aprendió. Y cuando sirvió, con la experiencia que él tenía desde su
nacimiento, así se fue. Entonces nosotros que nacemos en el rancho, que nos
criamos con la gente humilde y que hacemos esto...
¿A mi me has visto algún día fumar?, ¿algún día de
pedo? Nunca. Bueno, porque yo no tengo vicios. Pero estoy enfermo de chisme.
Eso me gusta, me gusta, es mi vida. Es mi alimento, es de lo que vivo. La
política es lo mío. Es mi substancia y a eso me he dedicado. Y ahí está el
resultado: siete colonias que están totalmente escrituradas.
Eso demuestra que, efectivamente, nosotros tenemos en
nuestro país algo que nos normatiza y que es muy valiosísimo, pero no lo
queremos aprovechar: la Constitución. “No, me da flojera, no tiene muñequitos”.
La Constitución no la leen ni los abogados, ni ellos mismos los cabrones. Tú
hablas de esto y de lo otro y vas a ver cómo quedan fuera. Lo veo en México con
los diputados, que abogados y la fregada. A mi de plano a lo que vienes. Y lo
vemos clarito.
Yo soy mucho, muy pobre de dinero. Porque para mí la
riqueza más grande es cuando el hombre está cultivado. No cuando nace en una
cuna de plata con pañales de seda. No, tengo un hijo abogado, tengo un hijo
doctor; vaya, mi familia no está jodida. Una casita en la que todos mis hijos
viven, pero el mínimo tiene dos recámaras, tres recámaras, cocina, baño,
comedor. Tienen todo. Sus departamentitos muy funcionales. Entonces para mi qué
es más importante: ¿darles dónde vivir, enseñarles cómo se tienen que
desenvolver o ponerles dinero para que se pierdan? No, mano, porque la vida no
es así.
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