Existe una gran tentación en Puebla por
descubrir qué es lo que había aquí antes de ser la ciudad de los ángeles. Es
decir, existían dos grandes ciudades al norte y al sur: Tlaxcala y Cholula,
pero en este territorio, que sabemos que se llamaba Cuetlaxcoapan, al parecer
un hermoso valle cruzado por varios ríos y con una decena de pequeñas lagunas, había
probablemente chozas y algunos habitantes, como lo demuestra el entierro humano
de 3 mil años de antigüedad que apareció bajo los escombros de la Casa del
Mendrugo. Esta es la leyenda de la fundación de Puebla.
Marisa Rodríguez Avitia me contó su versión:
La leyenda de la fundación de Puebla la he escuchado muchas veces a lo largo de mi vida, es la historia de Fray Julián Garcés, primer Obispo de Puebla, el monje franciscano que estuvo a cargo de la elección y planeación de la noble y real ciudad de Puebla, un lugar que nace siendo ciudad por mandato de la reina, o sea que nunca fue villa, pueblo ni nada, sino ciudad.
La leyenda de la fundación de Puebla la he escuchado muchas veces a lo largo de mi vida, es la historia de Fray Julián Garcés, primer Obispo de Puebla, el monje franciscano que estuvo a cargo de la elección y planeación de la noble y real ciudad de Puebla, un lugar que nace siendo ciudad por mandato de la reina, o sea que nunca fue villa, pueblo ni nada, sino ciudad.
La
leyenda cuenta que Fray Julián, un día antes de la fiesta del Arcángel Miguel, estaba rezando para que dios lo iluminara para
un sitio adecuado para fundar esa ciudad que la reina en persona le había
encomendado, un sitio que sería paso obligado para los viajeros que llegaban de
España y que debían ir a la ciudad de México desde el puerto de Veracruz.
Entonces el fraile rezaba después de largos días de búsqueda, por lo que estaba
muy cansado y se quedó dormido, profundamente dormido. Mientras dormía, soñó
con un hermoso jardín cruzado por varios y cristalinos ríos, circundado por
enormes bosques abundantes de aves y mamíferos. Extasiado por tanta belleza,
Fray Julián sabía que su sueño era un mensaje de dios, y tan fue así, que vio
cómo descendían del cielo un grupo de ángeles y arcángeles que se acercaron a él
y, dibujando en la tierra con mucha claridad como si fuera un papel, le
explicaron de qué forma debía trazarse y edificarse la Puebla de los Ángeles,
la ciudad que ordenaba su majestad.
Fray
Julián despertó muy emocionado y mandó llamar a sus frailes acompañantes a
quienes les contó su sueño. Con todo detalle, los frailes arquitectos tomaron
nota e hicieron los planos de lo que sería el centro de esa ciudad, y se
pusieron a buscar un sitio encabezados, claro, por Fray Julián.
Con
solo pisar el territorio de Cuetlaxcoapan Fray Julián Garcés se dio cuenta que
habían dado con el lugar. “Este es”, afirmó, y se pusieron a trabajar.
Un
mito alternativo a esta leyenda es que los ángeles bajaron y construyeron la
ciudad, pero esas son exageraciones. Lo del sueño, al parecer, fue real. Y
además es verosímil. La construcción de Puebla llevó cientos de años y vinieron
indígenas y españoles de todas partes a colaborar en ello; trajeron panaderos
de Iztapalapa, artesanos de la construcción de Tlaxcala; vidrieros de tal
parte, herreros de tal otra, dulceros, alfareros. Así se fueron conformando los
barrios antiguos de la ciudad, que todavía perviven. Ahí se fueron acomodando
los gremios de artesanos y trabajadores que fueron quienes construyeron la
ciudad, piedra por piedra. Así es como me gusta contar la leyenda de la
fundación de Puebla. (Marisa Rodríguez Avitia).
Foto tomada del blog Historia Regional de Mayra Salgado Benitez
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Foto tomada del blog Historia Regional de Mayra Salgado Benitez
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