Los caminantes del centro percibimos que arreglaban esa
vieja casona en las cercanías del edificio Carolino, la mayoría no imaginaba
que se iba a convertir en un espacio multifacético donde ahora hay restaurante,
cafetería, club de Jazz, galería, museo ¿en qué orden?, el orden se lo pone el
interés y la intención con la que uno se acerque a esa antigua construcción que
a lo largo de cuatro siglos ha visto transitar buena parte de la historia
poblana.
Me recibe Ramón Lozano, el nuevo propietario que hizo
posible la renovación del antiguo inmueble. La casa tuvo una larga recuperación
a cargo de las jóvenes arquitectas Alicia Medina y Myriam Pergina que
aprovecharon que la casa nunca perdió la esencia de su época, a pesar del
estado de abandono en la que se encontraba en el año 2008.
- Llevamos
realmente cinco años trabajando, desde que nos metimos en esto. Todo el
rescate. Se compró en julio del 2008 y acabamos en diciembre (2012). Antes
fueron cuatro años de estar tras la casa. Pertenecía a una persona de Veracruz
que tiene una cadena de hoteles locales de buen nivel y quería incursionar en
Puebla con un hotel. Nos llevó cuatro años de estar cerca y pendientes, hasta
que se pudo.
Claro que no contaban con las sorpresas que les depararía
hurgar en los intersticios de la construcción: un entierro con 3 500 años de
antigüedad con una osamenta, probablemente olmeca; la huella colonial en los
tiestos de talavera y otros registros hallados en el subsuelo de épocas más
cercanas, pero no menos interesantes. ¿Qué significa todo eso?, me apresuré a
preguntar a Ramón.
- Yo creo
que es como en el caso de un artista, de un escritor; como hacer un cuadro, una
obra de arte y luego meterte aquí adentro a vivirlo, porque así es esto: la
arquitectura, la piedra; cómo construyeron, la repetición de patrones, de
construcción hace 400 años.
Y luego las sorpresas.
- El
entierro de tres mil años, eso ya es como premio, hace tres mil años aquí vivía
una persona que nos encontramos. No me gustó el nombre de Chuchita y se lo dije
a los arqueólogos de la UNAM, me dijeron que era una simple elección, “no
podemos ponerle un nombre maya, ni un nombre azteca, ni tarasco, ni un nombre
náhuatl, porque no era nada de eso”; era olmeca, pero los olmecas qué hablaban.
No saben, porque no se conoce ni escritura ni nada de ellos. Le pusieron
Chuchita porque este espacio era de la Compañía de Jesús. Y ahí quedó.
Está claro que para Ramón Lozano representa un privilegio
impagable ser el responsable de este hermoso edificio. A donde se voltea hay
luz, hay perspectiva, sustancia arquitectónica.
- Es una
casa preciosa, histórica como nada, aquí estuvo Iturbide, según Hugo Leicht en
Las calles de Puebla, busca dónde durmió
en la Casa del Mendrugo. La casa estuvo abandonada como 15 años, deteriorada
más, porque quienes la tenían ya no le metían nada, había 18 viviendas aquí
adentro. La propietaria quería hacer una vecindad. La casa no se acabó de
deteriorar, la estructura principal estaba bien, las paredes.
Acudí a la fuente citada, una suerte de biblia histórica de
las antiguas calles de la ciudad, escrita por un inmigrante alemán en los años
treinta del siglo pasado. Confirmo que Hugo Leicht menciona esa estadía, aunque
procuro comprender el contexto.
El 28 de julio de 1821 Iturbide está en la ciudad de Puebla
para atestiguar la firma del armisticio de las “tropas expedicionarias”
españolas al mando del comandante Ciriaco del Llano, que terminan por desalojar
la plaza el miércoles 1 de agosto, y el domingo 5 la ciudad juró la
independencia en las casas de Cabildo, frente al zócalo, y después en el
Palacio Episcopal y en el Colegio del Espíritu Santo, donde supuestamente Iturbide
pernoctó, a decir de una placa instalada cien años después, en el centenario de
la Independencia, en el número 2 de una casa de la 7 oriente (Antigua Calle de
Morados núm. 10) en la que dice: “En este departamento del antiguo Palacio
Episcopal estuvo hospedado el libertador de México Don Agustín de Iturbide que
entró a Puebla al frente del Ejército Trigarante el 2 de agosto de 1821…” Otra
versión, también recogida por el historiador Leicht, dice: “Según otra
tradición (la del Sr. Bernardino Tamariz), Iturbide se hospedó en la Casa del
Mendrugo, en la Calle de la Palma.” (p. 340 a y b)
- Los
jesuitas lo usaron como colegio de San Jerónimo, fue el primer colegio jesuita
en Puebla; ocupaba media manzana, el edificio de la facultad de psicología, luego
la casa que está aquí al norte, eran tres casas; después del colegio de San
Jerónimo continúa hasta el callejón, todo era el colegio de San Jerónimo.
Después fundaron el colegio del Espíritu Santo, el colegio de San Ildefonso,
luego el San Javier y el colegio de San Ignacio, cinco colegios, de uno por uno hasta tener cinco, hasta que
los expulsan. Después todo se vuelve el Colegio del Estado, luego ya se
disgrega y la casa se separa de lo demás. Eran casonas independientes y las
fueron agregando. Agregaron esta casa y luego otra y otra. Te da evidencia que
no fue un plan, sino que empezaron con una y se fueron agregando.
Instalado ya en la lectura de don Hugo Leicht, comprobé
esos datos y me fueron agregados otros de lo que ocurrió posteriormente con la
Casa del Mendrugo, llamada así porque “dice la tradición que fue levantada por
los jesuitas con los mendrugos que recogieron”. (p. 289 b)
Tras la expulsión de los jesuitas en 1767 los colegios de
San Jerónimo y de San Ignacio, con todos sus bienes raíces, fueron reunidos en
1790 en el del Espíritu Santo, que tomó el nombre de Real Colegio Carolino en
honor de Carlos III, afirma Hugo Leicht en su puntillosa investigación. (p. 69
b) Desde entonces se utilizó la casa para el Estanco de Tabaco y Casas Reales
bajo control del Colegio Carolino. Acogió también secciones de la Aduana; fue
Tesorería General del Estado (1824), posteriormente Recaudación de Rentas
(1852); Escuela Normal de Profesoras (1892) y edificio a cargo del Congreso local
entre 1901 y 1905, antes de convertirse en edificio de viviendas, vecindad,
bodega; de permanecer abandonado, de ser proyecto para hotel. (p. 72 a)
El conjunto ha sido puesto bajo la custodia de una
fundación. Le pido a Ramón Lozano que me explique qué es una fundación como
figura y qué significa para la Casa del Mendrugo.
- Aquí hay
un patrimonio importante, cultural, que es un patrimonio catalogado por la
UNESCO, importante para Puebla. Y además, hay un patrimonio que no es mío
aunque sea así, y no es mío de a de veras, como el hallazgo arqueológico. Por ley. Entonces la manera más
correcta es que ese patrimonio se conserve a través de una fundación; que no
sea una persona, sino una figura que trascienda a la persona. La fundación es
responsable de la custodia del patrimonio tangible, cultural, sobre todo el
arqueológico. Y la vamos a fortalecer. La fundación puede llegar a ser
donataria, puede hacer intercambios de tipo artístico, de colecciones de arte;
la Fundación Casa del Mendrugo puede solicitar al museo tal una colección y
presentarla acá. Cosas así. Esa es la perspectiva, es un proyecto a largo plazo
y no es lineal, tiene dimensiones. La parte gastronómica que es un negocio, la
parte cultural que es una fundación: lo artístico, lo histórico, lo
arquitectónico, lo museográfico, lo arqueológico.
¿Qué pasa hoy en la Casa del Mendrugo, Ramón?
- Llevamos
cuatro meses de inaugurados. Las obras terminaron y en abril abrimos. Ahorita
estamos en el arranque realmente, estamos decidiendo cómo hacer para que la
propuesta se dé a conocer, hemos tenido propuestas muy exitosas, como el jazz
de los viernes que está lleno siempre; ahora hay que ver cómo le vamos a hacer
los jueves y los miércoles y los martes. Y así.
¿Qué es lo que ves en la gente que viene a la Casa del
Mendrugo?
- Me
encuentro con un público curioso al que le gusta experimentar cosas nuevas y
que ya fue mucho a Angelópolis, fue mucho a
la Juárez y ya está cansado de eso. Aquí es diferente, porque es el
centro. Como en otras ciudades, los centros históricos empiezan a ser
protagonistas de las noches de esas ciudades. Y este centro comienza a serlo.
¿Qué ofrece hoy la Casa del Mendrugo, además de esta
deliciosa cerveza oscura que me has invitado?, ¿alemana?
- La cerveza
la elaboramos en la Casa del Mendrugo. Mi hijo es un especialista en cerveza y
con él hacemos esta. No somos los únicos, empieza a haber micro cervecerías en
Puebla, en la corriente de una cultura de micro cervecerías en algunos países,
en Estados Unidos en la región de Seatle; en Oregon hay mucho; en Canadá, en
Vancouver, hay mucho, se trata de cerveceros exquisitos. Jugo de malta, lo
pones a fermentar y lo haces. No tiene marca, no la vendemos comercialmente, la
servimos en la mesa. ¿Está rica?
Está deliciosa –le respondo apurando un trago prolongado.
- Se llama
Ámbar Ale del Mendrugo. También estamos haciendo, de manera especial, nuestro
propio jamón curado. Y esto tiene historia: los españoles que llegaron a Puebla
venían de Andalucía y los andaluces, en una región pegada a Extremadura, eran
muy fuertes en la producción de jamón. Puebla se volvió por ellos un centro
productor de cerdos y jamones muy importante -y de jabón, que estaban ligados,
por las grasas-, hacían jamones que surtían a este y a los otros virreinatos,
lo llevaban hasta Perú. Entonces hacemos aquí nuestro jamón. Dentro de la
propuesta gastronómica ofrecemos jamón curado que es en esa tradición, no te
voy a decir que está hecho como antes, pero sí en esa tradición, jamón como los
de España de Extremadura, de Andalucía, no lo habíamos hecho y es lo que
estamos haciendo y lo vendemos acá. Para mí es importante la cosa histórica.
En síntesis ¿qué encuentra el visitante del restaurante de
la Casa del Mendrugo?
- Tenemos
música todos los días, los jueves con un piano y un cantante, los sábados dos
violines y un piano, el domingo viene el saxofón y la flauta. Pero el viernes
es el día más festivo con el jazz. Viene un grupo de jazz importante; en agosto
esta buenísimo el programa con blues, un grupo que viene de Nueva York, otro
que viene de Francia. Captamos a los que andan de gira y tratamos de traerlos
aquí.
¿Se parece a lo que imaginabas?
- Se parece
a lo que imaginaba hace un año, esto era un poco lo que queríamos que
sucediera. Y en eso le vamos aprendiendo.
En épocas contemporáneas José Luis Escalera, en cierta
forma, inició hace diez años esta idea de asumir unas ruinas del centro de la
ciudad y reconstruirlas para hacer ahí un centro cultural. Ahora Ramón Lozano
lo ha hecho en la Casa del Mendrugo; además de dinero, qué estímulo se necesita
para que personas como ellos se lancen a realizar aventuras que claramente
benefician el aspecto cultural de Puebla. ¿Qué es lo que se necesita?, le
pregunté a José Ramón Lozano.
Masticó brevemente la pregunta y se la repitió en un afán
de sintetizar todo el esfuerzo que le llevó varios años concretar.
- ¿Qué se
necesita…? ¡Huevos!
La Casa del Mendrugo se encuentra en Calle de la Palma #2
(4 Sur 304) del Centro Histórico de la ciudad de Puebla.
Imágenes y bibliografía:
Hugo Leicht, Las Calles de Puebla, Edición conmemorativa al
V centenario del descubrimiento de América, Puebla, 1986.
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