Fui entrevistado por la joven universitaria Teresa bajo el
tema particular de las drogas en Puebla para un trabajo escolar. El resultado
me pareció ilustrador, por ello lo comparto. Hay cosas que uno no piensa si no
se las preguntan, y este es el caso de un tema peliagudo como las drogas
legales e ilegales que consumimos sin pausa y sin rubor.
1.- ¿Qué opinión
tienes del consumo de drogas?
Tengo dos respuestas a esta pregunta, pues hay consumos naturales
y hay consumos culturales, muchas veces impuestos por circunstancias que
podrían eludirse o al menos mejorarse si se impusieran sin los ánimos
económicos que mueven hoy el tráfico de drogas.
En primera instancia, creo que el consumo de drogas es una
conducta muy antigua que los humanos usamos como medicinas y estimulantes para
muchas dolencias físicas y espirituales. Las drogas son parte de un plan médico
de la naturaleza, no solo humana, pues se sabe que muchos animales utilizan también
cierto tipo de drogas para auxiliarse. El consumo de drogas, en consecuencia,
me parece tan natural como cualquier otro consumo. La fruta, por ejemplo, que
nos proporciona tanto placer sensual.
Por otra parte, hay un consumo cultural de drogas, impuesto
por tendencias, modas, descubrimientos o simple disponibilidad. A principios de
siglo XX el consumo de cocaína era legal, el de la marihuana también. En los
años sesenta se descubrió el LSD, que fue en su origen un experimento
universitario. Con los años aparecieron gran número de sustancias con un perfil
menos experimental y más comercial, cuando el consumo de drogas es movido por
criterios económicos, de enormes volúmenes de dinero capaces de sobornar a
todas las conciencias individuales y colectivas, del sujeto simple al Estado
corporativo.
Tratando de dar una respuesta más sencilla a la pregunta,
creo que el consumo de drogas es inmanente a la cultura humana, y que la
cultura de la droga no es tanto evitar su consumo sino aprender a consumirlas
en su momento y en sus dosis adecuadas, como lo han hecho los europeos con el
alcohol. En síntesis, creo que las drogas son necesarias para el funcionamiento
de nuestra cultura y nuestras sociedades.
2.- ¿Qué sectores
sociales consumen más drogas?
Todos los sectores sociales, todas las etnias, todos los
humanos consumen drogas. Esa es la gran discusión. El coctel de drogas que se
toma alguna de nuestras tías antes de dormirse y al despertarse en las mañanas,
y que vemos con toda naturalidad, pues se las recetó su médico, es una forma
socialmente aceptada de drogadicción. Las parapetas que se pone su esposo todos
los sábados con brandy nacional también. Ninguno de los dos es un drogadicto,
socialmente hablando, aunque clínicamente sí lo sean. Entonces, cuando se habla
de drogas, debe comenzarse con las drogas legales. Los bares y cantinas, de tan
comunes, apenas son percibidos como establecimientos suministradores de drogas.
Las farmacias, por supuesto, también. Los detractores de la legalización de las
drogas imaginan un mundo de personas enmariguanadas y cocainizadas sin control,
pero tanto las cantinas como las farmacias nos han mostrado que el mundo legal
de la droga no es así, que el hecho de que expendan drogas legales no significa
que todos andemos hasta atrás de borrachos o drogados con benadril,
risperidona, valium o prozac. No nos ocurre.
3.- ¿Hay algún
beneficio en el uso de drogas?
De nuevo quiero responder desde dos perspectivas diferentes:
Creo que las drogas mantienen cierto equilibrio en el
comportamiento de la gente, la ayudan en ciertos niveles de reflexión, de
comportamiento. La experiencia curativa de María Sabina con sus hongos maravillosos
es una experiencia filosófica o mística o física que puede ser de gran
beneficio para la persona que la viva. De nuevo digo que el uso de la droga
depende de su dosis. Y mientras la dosis sea inteligente, controlada,
terapéutica, el uso de la droga puede ser muy benéfico para el ser humano. Pero
si eso no se comprende y se abusa de la droga, como el biólogo jalapeño que se
comió noventa pares de hongos alucinógenos y anduvo con espada y casco, vestido
de conquistador español, los siguientes quince años, las consecuencias pueden
ser desastrosas. Y muy penosas.
La segunda respuesta tiene que ver con los beneficios
económicos, logísticos, políticos, sociales del uso de las drogas, y ahí
quienes se benefician son quienes controlan el tráfico y el consumo masivo de
las drogas. Si el kilo de cocaína es “puesto” en Matamoros a nueve mil dólares,
y al cruzar la frontera y llegar a las calles de Nueva York o Los Ángeles su
valor es de cincuenta mil ¿a quién beneficia del uso de esas drogas?, ¿en dónde
está la verdadera ganancia de la prohibición de las drogas? Antes de la
frontera de los Estados Unidos el 20% de su interés económico desata un
pandemónium de muertos, delincuencia organizada, corrupción e inestabilidad
social; después de la frontera circula el 80% de su beneficio económico y
produce mucha menos violencia ¿quién se beneficia?
Esta ganancia hoy es relativa, Trump declaró esta semana
“emergencia nacional” por la epidemia de sobredosis de heroína. De los 60 mil
muertos por abuso de drogas en 2016 la mitad correspondió a usuarios legales de
opiáceos recetados por médicos contra dolor, insomnio y otros síntomas alternativos.
De ellos 35 mil murieron por sobredosis de heroína. El 2017 se espera peor.1
4.- ¿Qué opinas de
que las drogas sean un sostén económico mundial?
En las actuales circunstancias del gran negocio global de
las drogas no veo cómo pueda ser un sostén económico de nadie que no sean los
directamente involucrados en su tráfico, que son los sectores gubernamentales de
todos los países relacionados al fenómeno. Y sus esbirros. Proporcionalmente se
trata de muy poca gente, de muy pocos beneficiarios. No, las drogas no son
sostén económico del mundo, pero sí un gran negocio, por eso la conveniencia de
mantenerlas prohibidas. Un sostén económico mundial es el petróleo, es la
producción de trigo, la industria pesquera.
5.- ¿Crees que el
gobierno y sus instancias invierten suficientes esfuerzos en recuperar esa
parte enferma de la sociedad?
No creo que ningún gobierno sea ajeno al tráfico de drogas
ilegales, me refiero al sector duro de la gobernación, ahí donde se toman las
iniciativas de gobierno. Creo que los “esfuerzos” estatales para combatir el
uso de drogas son retóricos, con frecuencia demagógicos, aunque puedan existir
de esfuerzos bien intencionados, preocupaciones reales de ciertos sectores del
poder ajenos a su tráfico, como el de salud o educación. Y las guardias ciudadanas me parecen una
opción creativa para enfrentar la delincuencia organizada ahí donde el Estado
no puede o no quiere enfrentarla, como ocurrió en Michoacán.
6.- En qué nivel debe
estar una persona para que se considere drogadicta?
Cuando una persona depende de la droga para hacer su papel
social esa persona es una adicta. Cuando no puedes realizar algún tipo de
actividad, la que sea, sin meterte un cigarro, un trago, un toque o un pericazo,
eres un adicto. Es muy fácil ser adicto, todos lo hemos sido en alguna
instancia, lo somos. Por otra parte, también con facilidad se convierte en una
etiqueta, en un prejuicio social.
7.- Que los jóvenes
se droguen ¿de qué es síntoma?
Es un síntoma de juventud, de experiencia y experimentación.
El problema no es que se droguen, sino que lo hagan sin ninguna clase de
instrucción para drogarse. Nuestra amiguita J. nos contaba cómo en el “antro”
su amigo llegaba y depositaba una pastilla en la boca de cada miembro de la
mesa, sin siquiera decirles qué les estaba metiendo en la boca. Y las seis u
ocho personas ahí sentadas se tragaban aquello. Las malas experiencias de las
drogas, como los embarazos y las enfermedades venéreas, son producto de la
incomunicación, de la total ausencia de educación familiar y escolar sobre esos
temas. Por otra parte, la inmoralidad de los traficantes de drogas, la falta de
atención de los Estados que hacen como que “no ven” a los traficantes, la total
ausencia de regulaciones y control de las sustancias que circulan en nuestras
ciudades propician que los jóvenes consuman veneno adulterado con quién sabe
cuánta porquería –llegan a usar hasta raticida para ”cortar” algunas drogas-
que causan un gran daño a sus jóvenes consumidores. ¿Por qué no ocurre con
drogas legales como el alcohol? (u ocurre en una incidencia insignificante),
porque ahí el Estado regula que lo que consumes no tenga etanol, que sea un
alcohol bebible, que tenga su listoncito en la tapa de impuestos pagados.
Porque ahí hay control, mientras que en las drogas ilegales hay descontrol. Eso
es muy perjudicial.
8.- ¿Por qué el
drogadicto se vuelve un enfermo ante la sociedad, si el que decidió hacerse
daño fue él mismo?
El drogadicto clínico al que te refieres en esta pregunta es
un enfermo que en efecto paga las consecuencias de su abuso. La psicosis
derivada de un exceso de droga causa trastornos psicológicos y físicos a quien
la padece, pero también enfermedades sociales y psicológicas a sus familias y
su entorno. No es un juego y las consecuencias no son baladíes, enfrentas un
proceso de enfermedad grave, sufrido, riesgoso y costoso, y una sociedad no
podría funcionar si estuviera compuesta por estos enfermos. Son una minoría,
habitualmente los vemos en las calles deambulando con la mirada perdida o
platicando con seres imaginarios. Estos
enfermos por la droga no son ni más ni menos dramáticos que los famosos
borrachitos entregados al vicio que terminan tirados en cualquier banqueta,
ante la indiferencia social, entregados a sus delirium tremens. Con todo, no creo que él haya decidido hacerse
daño a sí mismo, sino que la ignorancia lo condujo a ello, la falta de
preparación, de educación, de cultura sobre el consumo de drogas.
9.- Si la droga es
una base económica mundial y el drogadicto es quien hace que el dinero circule
en este tráfico… ¿Qué postura tienes ante los drogadictos? ¿Marginados o
elementos necesarios de la sociedad?
Ya dije mi postura sobre que la droga no es ninguna base
económica más que de los delincuentes que la trafican, y que los drogadictos,
en esencia, somos todos. Es muy importante clasificar a los llamados
drogadictos entre los clínicos, que son enfermos psiquiátricos o adictos
compulsivos, que a la mejor se curan con más amor y menos risperidona, y el
resto de los seres humanos, que siendo drogadictos no son considerados como tales
y hacen una vida normal. Somos nosotros mismos, nuestra tía, que para dormir se
toma un coctel que debe transportarla a un planeta muy feliz.
11.-Espacio Libre
para reflexiones
Creo que faltó una pregunta sobre la legalización de las
drogas que, en esencia, según mi criterio, es el punto de partida que explica
las terribles consecuencias que hemos vivido en la última década los mexicanos
con un enorme costo de vidas. La paradoja es que la prohibición del alcohol en
los Estados Unidos de los años veinte produjo una violencia similar, con los
mismos costos de zozobra y padecimiento social. Creo que las drogas deberían
legalizarse, todas, y aquellos que temen que la gente comenzaría a morir de
sobredosis que abran sus periódicos y lean que la gente que iba a morir de
sobredosis está muriendo de sobredosis, como ocurre en los Estados Unidos, pues
la prohibición de las drogas no inhibe ni su consumo ni su disponibilidad. Es
decir, las drogas están ahí, a la venta. Su prohibición lo único que produce
son especulación y mafias (contrabando, sobornos, corrupción), además de drogas
de muy mala calidad porque nadie las controla, ni regula, ni selecciona. El
mundo contemporáneo de la oferta y la demanda no se merece un producto tan
insolvente como ese.
Nota
1 De Llano, Pablo, El País, 11 de agosto de 2017: Trump declara “emergencia nacional” la
epidemia de heroína.