Complemento del
tema telegráfico tratado anteayer, el lado oscuro de la historia de esta telecomunicación
con evidencias de su participación en el llamado Valle de las
Muerte. A finales del siglo XIX, en el culmen de su historia, el telégrafo era
la más moderna forma de comunicación, era previsible que se haya usado también
para reprimir y delinquir contra el pueblo.
Al telégrafo de
don Porfirio no le fue posible dejar de participar en el terrible expediente conocido
como Valle de la Muerte, oficialmente nombrado Valle Nacional, en el Sierra
Oaxaqueña. La denuncia que en su momento hizo el viajero estadounidense John
Kenneth Turner, respecto a que en el México de la longeva dictadura de Porfirio
Díaz empresas capitalistas ejercían una sofisticada esclavitud basada en mano
de obra secuestrada en connivencia con el gobierno; sobresale por
desgracia la incursión del telégrafo, un
bien público que participó tan atinadamente en el progreso de la patria,
insistentemente llamado "bien público" puesto al servicio logístico
de las empresas esclavistas para proseguir y perfeccionar sus fechorías. Dice
John Kenneth Turner:
"El jefe político de Pachuca
tiene un contrato con Cándido Fernández, propietario de la plantación de tabaco
"San Cristóbal de la Vega", por medio del cual se compromete a
entregar cada año 500 trabajadores sanos y capaces a $50.00 cada uno. El jefe
consigue tarifas especiales del gobierno en los ferrocarriles: los guardias son
pagados por el gobierno, de modo que le viaje de cuatro días desde Pachuca le
cuesta $3.50 por hombre; esto le deja $46.50. De esa cantidad, tiene que
pasarle algo al gobernador del Estado, Pedro L. Rodríguez, y algo al jefe
político de Tuxtepec pero, aun así, sus ganancias son muy grandes. ¿Cómo
consigue a sus hombres? los aprehende en la calle y los encierra en la cárcel.
A veces los acusa de algún delito, real o imaginario; pero en ningún caso les
instruye proceso a los detenidos. Los mantiene en prisión hasta que hay otros
para formar una cuadrilla y entonces los envía a todos. Bueno, los hombres que
pueden mandarse con seguridad a Valle Nacional ya escasean tanto en Pachuca,
que se sabe que le jefe se ha apoderado de muchachos de escuela y los ha
enviado aquí solo por cobrar los $ 50.00 por cada uno."1
¿Cuánto tiempo
tenía el "negocio" de tomar rehenes para esclavizarlos? John Kenneth
Turner cuenta lo que vio hacia 1907, pero muestra evidencias de que Valle
Nacional era una empresa organizada, antigua y floreciente.
En 1899, cuenta
el expediente número 87 del archivo de la Dirección de Telégrafos, el gobierno
federal dispuso la instalación de una línea telegráfica que uniera Valle
Nacional con la población de Villa Alta, también dentro del perímetro
jurisdiccional del estado de Oaxaca. No era una tarea corriente. Ni fácil. Ni
siquiera para un inspector en jefe de la experiencia de Ramón R. Boturini.
Estaban interviniendo en las oscuridades de una mafia sentada en sus laureles
que esclavizaban a la población mexicana con chantajes, "deudas contraídas"
o descarado secuestro.
El 29 de mayo de
1899 Boturini está metido en Valle Nacional. No reporta avances, no informa
sobre economías, tampoco ha logrado la deseada comunicación. Boturini se queja
en escrito de esa fecha que la Dirección de Telégrafos no acata sus
instrucciones, que el Distrito de Choapan el desmonte debería ser hecho por
particulares a quien no costaría la mano de obra y no han hecho nada.
También se queja de que no se le han enviado a tiempo los materiales del
tendido y que la temporada de lluvias está por empezar.
En una región
tropical que importaba solo a unos cuantos, los vínculos oficiales se rompen
fácilmente. Las componendas de "caballeros" son letra muerta en las
dificultades de la selva. Los particulares habían quedado de dotar de mano de
obra "gratuita" al Inspector Boturini, al parecer no han podido
conseguirla. Los hombres que le dieron para el desmonte han escapado;
existen quejas contra el Inspector a las altas esferas de la Dirección:
lo acusan de ineficaz, de blando. La Dirección de Telégrafos desvirtúa todas
sus quejas "por carecer de base" y lanza contra Boturini otros tantos
cargos que en su momento piensa probar. Dice que Boturini no marchó "con
la rapidez que era de esperarse dada su experiencia y los elementos con que
contaba"; que a pesar de que el Inspector contaba "con gente que
aparentemente no costaba nada (...), "han salido más caros que si se
hubieran hecho todos los gastos"; decía además que Boturini demostró" muy poca importancia a las órdenes de la Dirección cuando no contestó en
absoluto "oficios de importancia" que le fueron turnados. La
Dirección manifestaba que Boturini no había abierto la brecha convenida en el
tiempo pactado; que gastó $830.52 sin incluir el sueldo y viáticos que se le
daban y que solo tendió 885 kilos de alambre sobre 82 postes,
"desprendiéndose que no llegó a 10 kilómetros" de los 252 planeados,
de manera que la mano de obra resultó con un costo de $70.00 por kilómetro,
"mucho más caro que otros trabajos con brecha abierta en toda su
extensión"; por último, la Dirección listaba los oficios dirigidos al
Inspector en diversas fechas "a los que no dio contestación, no acusó
recibo en la forma acostumbrada, y solo por medios indirectos y distintos
conductos, y a veces por medio de preguntas que se le hicieron, se llegó a
tener algún conocimiento sobre el particular." Por desgracia el expediente
no mostraba más respuestas de Boturini desde la selva. Era un buen hombre, muy profesional, instaló centenares de kilómetros de línea telegráfica en el centro de México. Es posible que Boturini haya entrado en una crisis de conciencia que lo abatió y paralizó. El 15 de agosto de ese
año fue sustituido por Manuel Doblado quien se encargaría de terminar las obras.2 Pero en eso estalló una revolución.
Debido a la
tensión social del suroeste de México se incrementa la presencia militar en la
zona de parte del gobierno, así como los apoyos logísticos de ferrocarriles y
telégrafos para la realización de esas tristes operaciones. En febrero de 1900
pasaron a depender del General en Jefe de la 12a. Zona Militar los 147
kilómetros de líneas telegráficas que se habían construido al oriente de Peto,
Yucatán.3 Dos años después, se informa en las Memorias de la
Secretaría que "debido a la violencia de la guerra" fue preciso
reinstalar líneas telefónicas y telegráficas al oriente de la Península de
Yucatán. Se reconstruyeron las de Peto a Chab Santa Cruz del Bravo, y de este
punto a Vigía Chico, "no obstante las dificultades con que se luchó por lo
malo del clima y la falta de soportes."4
Unos meses después,
se informa: "recobrada ya por completo para la civilización y el orden
social merced a la noble decisión del Ejecutivo Federal, no menos que al
estoico sacrificio de nuestro valiente ejército", la Península de Yucatán
requiere que se multipliquen las vías de comunicación pues no cuenta más que
para cubrir la mitad del tráfico normal, afirma el ministro.5
De 1900 a 1910,
la instalación de líneas telegráficas para el uso exclusivo de la Secretaría de
Guerra fue bastante frecuente. En 1904 pasan a formar parte de sus líneas las
construidas en el Territorio de Quintana Roo, que hacían un total de treinta y
seis con una extensión de 60 kilómetros "para utilizarlas en la campaña
contra los mayas rebeldes".6 Con la misma intención, pero ahora
contra los yaquis, pasaron a formar parte de Guerra las líneas de Topolobampo a
Cerro Redondo; de Tuxpan a La Barca; de la Mesa de Huichori, pasando por El
Reparo, Las Arenas, Agua Caliente, Torocobampo, Coyotes, Huaquesi, Torín,
Guásimas, Tetacombiate y Bacatate.7
En 1905 se
instalaron 43.7 kilómetros de líneas militares de Huichori a Pilares, de Pilares
a La Misa y de la Comandancia Militar de Veracruz al Castillo de San Juan de
Ulúa. En muchos casos la Dirección de Telégrafos era la encargada de sufragar
los gastos de las instalaciones, pero en otros era la misma Secretaría de
Guerra la encargada de erogarlos, como el de Hichori a La Mesa, en Sonora, para
su larga campaña contra los yaquis en los alrededores de la Sierra de Bacatate
de ese mismo estado.8
Pero el régimen de Porfirio Díaz estaba sentenciado. Y el
telégrafo, tan importante en ese momento de nuestra historia, no presentía su
decadencia definitiva que ocurrió apenas dos décadas después.
Fragmento perteneciente al capítulo IV de mi libro La raza de la hebra, historia del telégrafo Morse en México, primera edición BUAP, 2004; segunda edición SYSCOM, S.A., 2005. Actualmente en remodelación y actualización.
CITAS
1 John Kenneth Turner, México Bárbaro, Ed. Época, S.A., México, 1978, p. 75-76
2 Expediente del Archivo Histórico sobre instalación de líneas de la Dirección de Telégrafos, número 87 del año 1899
1 John Kenneth Turner, México Bárbaro, Ed. Época, S.A., México, 1978, p. 75-76
2 Expediente del Archivo Histórico sobre instalación de líneas de la Dirección de Telégrafos, número 87 del año 1899
3 MEMORIA
SCOP, 1899-1900, p. 12
4 MEMORIA SCOP, 1901-02, p. 199
5 Ibid, p. 204-05
6 MEMORIA SCOP, 1903-04, p. 186
7 Ibid, p. 190
8 MEMORIA SCOP, 1904-05, p. 195
.
Comentarios
Publicar un comentario