No existe solo una definición para explicar la cultura popular, no cabe en un solo concepto, existen las opiniones de especialistas que hace décadas estudian este fenómeno desde el análisis académico. Un asunto de varias dimensiones donde el gobierno de un estado, de una ciudad, puede tener una participación importante en los procesos de placer social que se reconoce en la cultura popular.
Si alguien lo ha discutido es Néstor García Canclini, que
afirma en su libro Culturas Híbridas:
estrategias para entrar y salir de la
modernidad, que la cultura popular es un ámbito de estudio cuya complejidad
surge de los diversos cruces e hibridaciones y de la existencia de un objeto
que permanentemente se vuelve esquivo a la investigación por su perenne
evolución y dinámica. Dinamismo que surge, de hecho, desde la propia
concepción del ámbito de la cultura popular como un campo de lucha. Canclini ve
reelaboraciones y transformaciones permanentes de la cultura popular.
Otro estudioso de la cultura popular, Jesús Martín-Barbero, observa en Cultura popular y comunicación de masas, que el proceso de masificación cultural producido en el siglo XIX da lugar a otro fenómeno con respecto a la cultura popular. Ya no designará los objetos culturales creados por los sectores del pueblo, sino la cultura que consumirá la masa. Sin embargo los objetos permanecen ahí, son la obra cultural de los pueblos que no desaparece porque la radio toque todo el día a Michael Jackson. James Bowman, editor del Times Literary Supplement en Londres, hace notar que existe una cultura popular oficial y una no oficial, y que a través de la historia ha habido culturas oficiales y no oficiales. Los jóvenes han gravitado hacia la cultura no oficial abierta, libre y carente de estructura. ¿Cómo canalizarlo?
Otro estudioso del fenómeno de la cultura popular, Claudio Lobeto, afirma que en los años '60 y '70 artistas e intelectuales se vincularon con los sectores sociales subalternos, lo que significó que se creara un "arte comprometido con el pueblo" en oposición a la noción del "arte burgués”. Afirma que la "hibridez" universaliza la cultural popular, se torna cotidiana y supera la clasificación, “el arte culto se mixtura con lo masivo, lo popular se nutre de la cultura de masas, la publicidad tiñe la estética popular y así sucesivamente es posible seguir desagregando –afirma Lobeto–, relacionando e integrando manifestaciones culturales de diversa índole y procedencias”.
En algún momento me tocó analizar la cultura popular en Puebla, lo que observé fue una gama de subculturas alternativas y marginadas, autoexcluidas o integradas, manifestaciones reivindicatorias, arte originario y contraculturas o el mero resabio del consumo televisivo, que se atraviesan entre sí en continuo movimiento, resultando inmersa en una dinámica donde la cultura popular también se reconstruye a cada instante. ¿Cómo influir en ese caos? Si ahora lo elitista, lo popular y lo masivo como categorías resultan insuficientes para clasificar fenómenos culturales y artísticos, como opina Lobeto, la única vía de acción es evitar la parálisis, ser creativos en las instancias destinadas para ese efecto cultural. ¿La sociedad cuenta con un organismo plural donde están representados todos los gobiernos y sectores de la sociedad?
El estudioso estadounidense, Stuart Hall, en sus Notas sobre la deconstrucción de “lo popular”, observa que la cultura popular trae aparejada una resonancia afirmativa por la prominencia de la palabra "popular". Y que, en algún sentido, la cultura popular siempre tiene su base en las experiencias, los placeres, los recuerdos, las tradiciones de la gente. Está en conexión con las esperanzas y aspiraciones sociales, tragedias y escenarios locales, que son las prácticas y las experiencias diarias del pueblo común.
Hall afirma que lo popular fija la autenticidad de las formas populares. “Siempre hay posiciones para ganar en la cultura popular –dice–, pero ninguna batalla puede atraer a la cultura popular en sí hacia nuestro lado, o para el lado contrario”. Dicho de otra forma, no es posible apropiarse de la cultura popular, a los gobiernos solo les toca sembrar, discutir sus programas y tomar mejores decisiones. O asumir decisiones políticas respecto a la cultura. Su obligación es cuidar que sus programas se mantengan vigentes y no sean elegidos por ocurrencias. Y no estorbar a la cultura popular, impulsarla, fortalecerla, estimular su autorreplicación.
Lo único que me ha quedado claro de todo este periplo
sobre la cultura social es la complejidad del tema…
Bibliografía
García Canclini, Néstor. Culturas Híbridas: estrategias
para entrar y salir de la modernidad. Sudamericana. Buenos Aires. 1992.
Martín-Barbero, Jesús. Cultura popular y comunicación de
masas.
Culturas populares. En Términos críticos de sociología de
la cultura. Buenos Aires, Paidós, 2002.
Lobeto, Claudio: Cultura popular: hacia una redefinición,
Instituto Internacional del Desarrollo, Universidad de Buenos Aires, tomado de
internet: ucm.es/info
Hall, Stuart. Notas sobre la deconstrucción de “lo
popular”. En Historia popular y teoría socialista. Barcelona, Crítica, 1984.
Bowman, James, Cultura Pop, Facetas No. 99, Enero, 1993.
USIA Information Service. Tomado del internet: www.mty.itesm.mx
Lara, José: Las culturas populares e indígenas, símbolos
de cohesión e identidad nacional, http://www.conaculta.gob.mx/saladeprensa/2004/26feb/cultpops.htm
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