En los últimos meses estuve releyendo/remirando
la historia gráfica de la revolución de Toscano, una maravilla de información
visual; voy en el tomo 6, creo que no avanzaré más y no completaré los diez
porque a mi juicio aquí terminan las fotos de la revolución.
Las fotos importantes de la revolución mexicana están en esos seis tomos, de la Adelita al brazo del general Álvaro Obregón flotando en un frasco con formol, que conocí en el museo mausoleo de San Ángel; a partir del tomo 3, la colección se pone un poco oficialosa, está el corazón de aquel diferendo que terminó gobernando la Nomenklatura bélico-legal que siguió a la muerte de Obregón, la institucionalidad con todos sus rumores militares.
Los siguientes presidentes, breves al principio, muy elegantes en las impecables fotografías en blanco y negro tomadas o rescatadas por la hacendosa familia Casasola, comenzando por don Gustavo; retrataron al servicio público de México y cumplieron un papel imprescindible de cronistas de la imagen, con don Porfirio encabezando ceremonias a cuál más solemnes y de verdadero postín.
Que si el embajador japonés, que si el español. Y comienza también una sucesión de nombres y renombres que son los participantes y los ganadores de los puestos que se repartieron con generosidad. En fin, mil nombres. Diez mil nombres. Los he leído con relativa atención y hay una notoria ausencia de nuestros genes en la conflagración, ningún ancestro Noyola que haya estado en aquellos eventos, en un puente, en alguna manifestación, nada; están todos los demás, Meades desde 1910, Muños Ledos y, desde luego, López, desde el XIX, pero ningún Noyola, será que esos estados de donde proviene nuestro apellido, concretamente San Luis Potosí y Zacatecas, participaron muy discretamente en la revolución, el que no haya parientes nuestros en los seis tomos del la enciclopedia de Casasola.
Rocha, en cambio, hay; en la reforma tenemos a Sóstenes y en la revolufia uno que otro, incluso zapatistas, pero ese es un apellido prestado por don Candelario Rocha a mi abuelo Leopoldo, que desposó a su madre –en la foto– y le dio su apellido.
Se conjetura que nuestro
verdadero bisabuelo haya sido un chino, pues dejó claras señas en el rostro del
niño, pero los chinos apenas aparecen en el libro de Casasola, creo que
colgados de unos postes telegráficos en Mazatlán. Estoy históricamente
preocupado y sé que tú tampoco. La de la foto es Magdalena Venegas, madre de
Leopoldo Rocha, no era una Adelita, era una campesina de San Juanito, pero
participó en la batalla del 11 de diciembre de 1910 en Cerro Prieto, Chihuahua,
para defenderse de los crímenes que venía cometiendo en la región el ejército
federal, que comandaba el temible general Juan J. Navarro.
No fueron parientes nuestros.
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