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Privilegios de la ciencia

 


Tengo el privilegio de hacer divulgación científica a través de podcast sonoros, que cultivan la cultura del sonido, he escrito en los últimos cinco años unos trescientos guiones basados en enciclopedias de ciencia y tecnología; este año, la mayoría de guiones tratan de temas propios de nuestra revista, el stock de Elementos ha crecido por 40 años y sigue, con una trayectoria específica sobre divulgación mexicana generada en las universidades del país y en organizaciones y científicos independientes que han publicado en Elementos piezas especiales de su obra, caso específico Raúl Dorra que publicó en Elementos sus pensamientos libres de alta calidad. Y de tantos otros. Entonces existe material histórico en la revista Elementos como para levantar un proyecto de podcast de divulgación y lo estoy llevando a cabo con el apoyo fundamental de Emilio Salceda y Citlalli Gamboa, científicos del Instituto de Fisiología, adultos y comprometidos. Emilio se encargó de armar la cabina que convirtió mi pequeña oficina en un estudio de grabación, y es la voz masculina. Citlalli es la voz femenina, cardinal en el equilibrio. El cobijo del director de todo esto, Enrique Soto.

Y ahí vamos, con los ruidos que acompañan al mundo natural y al artificial, los ruidos de la ciencia, infinitos, que son la multitud de prácticas científicas que se entremezclan con el universo sonoro como recurso de expresión, de comunicación. ¡Es que todo puede tener que ver con la ciencia! Imagina en la ecología, la geología, la meteorología, etcétera.

Los podcast los escribo, produzco y publico semanalmente hace ciento ochenta semanas consecutivas, estrenando un nuevo podcast cada viernes, con la ayuda mencionada, los publicamos en el portal de Elementos, la revista universitaria que dirige Enrique Soto, que ha estado atento de la experiencia sonora, apoyando desde su posición, como hace poco en que correspondió al proyecto con una grabadora Taskam de campo con mucho potencial, con la que ya hemos empezado a experimentar. En sus mejores momentos, nuestros podcast siguen la ruta trazada por los maestros de la divulgación, artistas como Asimov y Clarke, que acudieron tantas veces a la ficción para hablar de la ciencia y anticiparon probabilidades de futuros ineludibles; de Carl Sagan a Jacques Cousteau y Neil de Grasse Tyson. El estudio del sonido, siguiendo ese legado, busca experimentar y aprender con los ruidos de la ciencia, que es el sonido del mundo, del río, del torrente sanguíneo: la cascada y el chasquido de un corazón infartado. Si ampliamos estos horizontes en el sonido asociado a la ciencia, el material disponible se antoja inagotable.

La mayoría de estos guiones está escrita de modo económico, con instrucciones básica tipo CHISPA EFECTO/MUSICAL, en el entendido de que el guionista es el propio productor y conoce el acervo de músicas y sonidos que se ha encargado de aglutinar en una base de datos sonoros que provee músicas y centenares de ruidos y voces, una propuesta auditiva original para la ciencia con elementos muy económicos.

Tan solo pensar en el medio ambiente, muy necesitado de difusión, se aprecia que el medio ambiente debería ser mejor tratado por la ciencia de la sonoridad en este caso. Todo lo que los medios de comunicación deberían contender en la defensa del medio ambiente, en procuración de un difuso bienestar a punta de mensajes y programas sobre el medio ambiente, “tu medio ambiente”.

Ahora he estado planeando en el tema de la ciencia la idea de una cápsula de 15 o 20 segundos que comienza con un efecto sonoro, contundente y vívido, como una locomotora, un río, un Boeing 747; una reflexión sonora entre agresiva y convincente. Al final, una voz en frío: “Ahí está la ciencia ¿no la ves?” Llevar la imaginación de la gente directamente al punto. Sonidos para reflexionar. Imagino una frecuencia de radio que cultiva la ciencia del sonido. Los podcast de ciencia tienen esta tesitura: La naturaleza del tiempo. Ecosistemas e historia natural. Tumores. Reacción en cadena. Eras epidemiológicas. La polémica evolucionista. Biología del sexo. Antipsiquiatría. Comunicación animal. Biosferanos, por decir unos títulos. Tienen una duración de 6 a 9 minutos. También existe una serie de siete capítulos sobre siete ciencias fundamentales.

No sé si enseñan algo, lo que logro ver es que se trata de un esfuerzo por lograr una suerte de armonía tejiendo músicas, voces y ruidos dramáticos que se concatenan en la narrativa. Porque eso sí, la palabra es fundamental, siempre hay que tener algo que decir. Verlo en la revista Elementos.


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