Se desata la guerra Cristera, aunque desde un año antes había signos inequívocos de esa ruptura. El arzobispo de México, José Mora del Río, es consignado por hacer declaraciones; en febrero se habían expulsado del país a todos los sacerdotes extranjeros, en junio se había clausurado en Guadalajara el Instituto Jesuita de Ciencias y la Secretaría de Educación Pública expide un reglamento para la enseñanza laica obligatoria. La incipiente estabilidad se rompió. El 31 de julio de 1926 entra el vigor la suspensión de cultos decretada para todo el país, en el más grave conflicto iglesia-Estado de la historia, cuando la iglesia intentaba recuperar antiguos privilegios. El gobierno lo interpretó como un boicot para crear una crisis económica. La Iglesia suspendió el culto y no tardó en estallar la rebelión armada. Plutarco Elías Calles publicó una serie de leyes que controlaban los intereses católicos y señalaban penas para los infractores de la ley. Declaraciones hostiles de obispos en contr...